No mantener una regularidad en nuestros horarios de comida, sobre todo durante los fines de semana y durante las vacaciones, tiene un efecto contraproducente para nuestro organismo. Además, como demuestra un nuevo estudio, no seguir nuestros horarios diarios puede provocar el aumento de nuestro Índice de Masa Corporal (IMC).

Este tipo de comportamiento, conocido como ‘eating jet lag’, no solo podría estar relacionado con el aumento de peso, sino que podría acabar por convertirse en uno de los principales factores a tener en cuenta para prevenir el sobrepeso y la obesidad.

Como explican los autores de la investigación, este aumento en el IMC se debe, sobre todo, a nuestro reloj interno. Ya que, dependiendo de la hora del día, nuestro cuerpo asimilará de una forma u otra, mejor o peor, las calorías consumidas.

Por una parte, durante el día, nuestro organismo se encuentra mejor preparado para la ingesta y asimilación calórica, mientras que a medida que se aproxima la noche, este se prepara para el ayuno que tiene lugar mientras dormimos.

Por lo tanto, como recoge el estudio, modificar el horario de comer, aunque solo sea durante el fin de semana, repercutirá de forma negativa sobre nuestro peso corporal. No obstante, el perjuicio será mucho mayor si no respetamos el horario de ninguna de las tres comidas recomendadas (desayuno, comida y cena), y si se produce una diferencia de horarios de más de tres horas y media.