Cristina Lasheras Mayo, profesora del Departamento de Biología Funcional de la Universidad de Oviedo e investigadora del estudio, señala que los proyectos actuales sobre nutrición se centran no solo en averiguar cómo influye la ingesta total de alimentos y nutrientes, sino en la importancia de cómo distribuirlos a lo largo del día. Muchos de estos estudios concluyen que el desayuno es una de las comidas más importantes del día y que quienes no desayunan tienen más problemas de salud. Sin embargo, la mayoría de los estudios se han focalizado solo en el efecto de las comidas del mediodía, la cena o bien en la ingesta nocturna y son muy pocos los que lo han hecho en el desayuno.

El estudio se ha llevado a cabo con una serie de participantes a los que se les hizo una historia de dieta y a los que se les extrajo una muestra de sangre para obtener la ingesta de carbohidratos, proteínas, lípidos y fibra total de un día y de cada una de las tomas realizadas. Los voluntarios pertenecen a un estudio prospectivo sobre dieta, cáncer y salud EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition) que se desarrolla en Asturias, Granada, Murcia, Navarra, Guipúzcoa y Barcelona.

El análisis estadístico de los datos muestra que la proporción de participantes que sufrían síndrome metabólico era un 38% menor entre los que ingerían en el desayuno entre el 15% y el 30% de las calorías totales del día en comparación con aquellos que consumían cantidades menores.

Del mismo modo, se observa entre los resultados, que existe una tendencia a desayunar menos cantidad de energía entre aquellos individuos que realizan más de cinco ingestas al día, como es por ejemplo el picoteo entre horas, lo que se relaciona con un 23% más de síndrome metabólico.

Aunque el tipo de diseño del estudio no permite hablar de una relación causa-efecto, como indica la profesora Lasheras, el estudio experimental demuestra que consumir las mismas calorías a primera hora de la mañana frente a hacerlo al final del día, supone una mejor respuesta metabólica así como un mayor gasto de calorías para digerir y almacenar nutrientes.

Esta situación implica dos mecanismos que controlan mejor la salud cardiometabólica, como es una mayor necesidad de calorías totales y una mejor respuesta a la glucosa.

La investigadora del estudio ha señalado además que un buen desayuno con alimentos que nos aporten las calorías adecuadas aumenta la sensación de saciedad y, por tanto, disminuye la cantidad de comida ingerida el resto del día.