El experto en nutrición y portavoz de IMEO, Rubén Bravo, asegura que los niños y adolescentes ahora son más sedentarios que las generaciones anteriores. En parte, es debido al excesivo tiempo que pasan ante la pantalla, viendo series en el ordendor, navegando en las redes sociales en el móvil o jugando con su tableta. Este situación ha provocado un preocupante desequilibrio del gasto energético que se ha traducido en un gradual aumento de peso.

Por su parte, la psicóloga del IMEO, Ana Gutiérrez, asegura que, aunque el ocio digital por sí solo no es malo, el descontrol por parte de los padres y el uso excesivo puede afectar al desarrollo cognitivo y emocional del menor, empeorar la comunicación con la familia y amigos e, incluso, provocar aislamiento, bajo rendimiento escolar, falta de tiempo libre y una imagen distorsionada de lo que es la comida sana.

En la cultura occidental se suele asociar este pasatiempo con el consumo de ciertos alimentos de forma automática y a modo de picoteo que, al ser ricos en grasas y azúcares, estimulan la liberación de serotonina y contribuyen a un bienestar temporal que puede generar malos hábitos y un entorno obesogénico.

De hecho, si el menor permanece tras la pantalla durante largos periodos de tiempo termina consumiendo de forma pasiva y constante contenido publicitario. En este punto, los expertos han comentado que en el periodo de Navidad, las campañas publicitarias en relación a la alimentación aumentan y, en ellas, de forma recurrente se asocian emociones (alegría, alivio, ilusión o afecto) con el consumo de ciertos alimentos, como dulces de escaso valor nutricional o comidas de preparación rápida, aumentando la probabilidad de generar una inadecuada relación con la comida. Y, aunque toda la población se ve expuesta a los mensajes publicitarios, el impacto en la población infantil es mayor.

Por ello, prosiguen, no es de extrañar que los más pequeños asocien tales productos como chocolate, golosinas, galletas infantiles o zumos concentrados industriales como comida hecha a medida para niños y se obvia el hecho no se cumple la recomendación de la OMS que limita la ingesta de azúcares totales diaria a unos 25 gramos para niños de 2 a 18 años.

Por tanto, han subrayado la necesidad de planificar los menús entre semana para conseguir que la dieta de los menores sea variada, equilibrada y lo más compensada posible con las tomas realizadas en el colegio. Además, para el fin de semana se puede plantear una actividad, como preparar recetas saludables apetecibles junto a los niños para iniciarlos en el mundo de la cocina y concienciarlos de la importancia de una nutrición saludable.

Ocio activo frente al sedentarismo

Los niños y los adolescentes tienen que moverse, jugar, gastar calorías con actividades físicas diversas, practicar deportes de forma regular para aumentar el gasto calórico diario y conseguir un equilibrio energético que a su vez les ayudará a evitar el sobrepeso y la obesidad. Asimismo, a juicio de los expertos del IMEO, la familia debe involucrarse y priorizar, incluyendo la época de vacaciones, las actividades deportivas frente al ocio sedentario.

En este punto, han aconsejado aprovechar algunas actividades cotidianas para aumentar el tiempo de actividad física, por ejemplo, ir al colegio y volver caminando a ritmo medio rápido, subir escaleras, acompañar a los mayores a comprar, sacar la basura o pasear el perro. A los más pequeños les convienen juegos que implican movimiento y al aire libre, como los tradicionales saltar la cuerda, hula hoop, pilla-pilla o carrera, montar en bicicleta, patinar sobre hielo o ruedas.

A los escolares y adolescentes les iría mejor realizar ejercicio físico moderado o intenso durante al menos 60 minutos, con la práctica de algún deporte extraescolar un par de días a la semana, como natación, bailes, artes marciales, fútbol o baloncesto. De esta forma no sólo quemarán calorías, sino mejorarán el control, equilibrio y postura corporal, fortalecerán sus piernas, brazos y abdomen, aumentarán la resistencia, ganarán flexibilidad y desde edades tempranas conocerán los beneficios que el ejercicio físico tiene para su salud.

"Es especialmente importante que los padres sepan guiar adecuadamente a sus hijos en el uso de los dispositivos móviles y la tecnología, orientándolos tanto en los contenidos de la red, como en la forma de consumirlos y aprovechando el recurso que pueden ofrecer algunos programas de televisión especializados o videojuegos didácticos con el fin de enriquecer la interacción familiar en torno a los mismos", han asegurado.

Los expertos también han recordado que el ejercicio físico aporta beneficios psicológicos a todas las edades, aumenta la segregación de endorfinas y también fomenta la descarga de adrenalina y energía tras pasar entre cinco y ocho horas en clase de manera sedentaria. Los juegos de mesa y actividades en familia potencia la comunicación entre sus miembros, facilita el acceso al mundo emocional del menor por parte de sus progenitores y aumenta la confianza para compartir inquietudes y dificultades en un futuro.