En verano solemos cambiar nuestros hábitos alimenticios, de forma que, en algunos casos, podemos llegar a descuidar nuestra dieta. Esto se debe, sobre todo, al hecho de que enfoquemos nuestras comidas en alimentos más frescos, que nos ayuden a evitar el calor.

Sin embargo, como subrayan distintos expertos, si bien este tipo de alimentos, como helados y otros productos fríos nos ayudarán a huir de las altas temperaturas en el momento, a la larga pueden provocarnos más calor. Al tomar cualquiera de estos productos, y más en concreto, durante la digestión, se genera un aumento de la temperatura de nuestro cuerpo. Esto, junto con el enfriamiento que causa este tipo de alimentos, termina por derivar en un incremento, tanto de la temperatura de nuestro organismo, como de la sensación de calor de nuestro cuerpo.

En cambio, tomar en verano alimentos calientes o picantes supondrá la situación contraria. Además, si bien a largo plazo conseguiremos que se enfríe nuestro cuerpo, también lograremos un mayor número de beneficios para nuestro organismo.

Por otra parte, y en lo que respecta a una buena alimentación también durante las vacaciones de verano, beber agua es la mejor forma de hidratarnos. Sin embargo, otros líquidos como el , el café o las bebidas no azucaradas nos ayudarán a no deshidratarnos.

A esto se le añaden alimentos como el apio, la lechuga, el melón, la sandía o las fresas. Además, es importante recordar que la cerveza y otras bebidas alcohólicas son una de las peores elecciones para el verano. Ya que sus características diuréticas destacan por asegurar la eliminación de agua de nuestro organismo.