A pesar de ello, la Asociación Española de Pediatría (AEP) declara que un niño con alergia al huevo suele aumentar su tolerancia a medida que cumple años, aunque algunos no lo consiguen.

Hay más niños que niñas que presentan alergia a este alimento en los primeros años. Asimismo, tanto la clara como la yema pueden ser alérgicas, aunque es cierto que la primera, debido a su mayor contenido de proteínas, es la fuente de más alergia y sensibilización.

El riesgo está en los factores genéticos y los dependientes del alimento (la edad de introducción y la forma), así como los factores ambientales. La alergia suele aparecer con la primera toma de huevo y se puede producir por diferentes vías: "es posible la sensibilización intrauterina; la sensibilización a través de la lactancia materna; la inhalatoria, entre otros".

La AEP recomienda introducir primero la yema cocida. "Algunos niños toleran la clara cocina pero presentan los síntomas cuando se introducen preparaciones de huevo menos cocinadas o huevo crudo", indica.

Además, hay que introducirlo en pequeñas cantidades e ir aumentando poco a poco. Se aconseja pasar de un cuarto a media yema y luego la yema entera. Posteriormente, la clara, siempre cocida.

La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria recomienda introducir el huevo a partir de los 8-9 meses. Del mismo modo, aconseja empezar con la yema cocida, añadiéndola a alguna papilla, y sustituyéndolo por la carne o el pescado, como máximo tres veces por semana. Cuando acepte la yema, ya pasamos a la clara, también cocida.

Las reacciones a este alimento aparecen rápidamente tras la ingesta, en un tiempo inferior a dos horas. Es común que los niños presentes síntomas cutáneos: urticaria, angioedema, eritema o síndrome perioral, y en el 62% de estos fue la única manifestación. Por otro lado, el 28% de los casos presentaron vómitos; el 21% tuvieron síntomas respiratorios de vías altas y el 33% sufrieron síntomas cutáneos asociados a síntomas digestivos o respiratorios.

Para tratarlo, lo mejor es optar por la dieta en la que se evite del huevo y sus derivados. En segundo lugar, se debe evitar el contacto y la inhalación, y debe indicarse a los familiares el lavado de manos tras la toma o manipulación del alimento y utilizar utensilios de cocina propios para el niño, para evitar posibles contaminaciones.

Además, hay niños sensibilizados al huevo sin ingesta previa y que reciben lactancia materna, por ello la madre debe realizar una dieta exenta de él y sus derivados mientras dure la lactancia.

Es importante recordar que hay medicamentos que contienen proteínas de huevo, al igual que algunas vacunas pueden contener alguna pequeña cantidad de esta proteína.