Correr o andar descalzos es una forma de practicar ejercicio que cada vez está más extendida, gracias a los numerosos beneficios que reporta a nuestra salud. Si bien es cierto que la forma más correcta de comenzar a realizar esta actividad es empezar poco a poco, de forma gradual conseguiremos mejorar, desde nuestra postura al andar, hasta nuestra pisada.

Caminar descalzo, sobre todo por superficies lisas y blandas, es una de las mejores maneras de ayudar a la transpiración natural de la piel o de descansar nuestros pies de calzados que puedan resultar incómodos, así como de tacones. Además, si caminamos sobre arena de playa, esta actuará como un exfoliante natural que nos ayudará a relajar nuestros músculos y a masajear nuestros pies.

Sin embargo, este tipo de actividades pueden suponer también la deshidratación de nuestra piel, o el contacto directo con las bacterias y gérmenes que habitan en el suelo. Por ello, para evitar desarrollar durezas o ampollas, así como para mantener la correcta hidratación de nuestros pies y beneficiarnos de todas las ventajas de andar o correr descalzos, los expertos aconsejan seguir una serie de recomendaciones.

Por una parte, la mejor superficie para desarrollar esta actividad se encuentra en un terreno liso o en la arena mojada de la playa. Además, para evitar quemaduras, arañazos o la deshidratación de nuestros pies, se aconseja utilizar productos como cremas reparadoras y protectores solares.

De esta forma, si practicamos este tipo de actividad física, conocida en ciertos ámbitos como ‘barefoot’, conseguiremos una postura mucho más firme y erguida, una reducción del riesgo de lesiones en las piernas y una reducción de la frecuencia cardíaca y del oxígeno consumido a la hora de ejercitarnos.