A través de pequeños premios o recompensas por lograr cumplir nuestros objetivos diarios conseguiremos mejorar nuestro ánimo y nuestra productividad, entre otros beneficios. Además, no es necesario que se trate de premios demasiado valiosos, o de tener que sobrepasar nuestros límites para lograr los objetivos que nos hayamos planteado.

Por otra parte, este tipo de comportamientos puede tener un carácter motivador, tanto si nos tomamos pequeñas recompensas, como si se las ofrecemos a otras personas. En este caso, los incentivos deberían servir para premiar comportamientos u objetivos establecidos y que, en la medida de lo posible, puedan medirse.

Aunque por lo general este sistema de recompensas suele ser una de las formas de educar a los más pequeños, que aprenderán de esta manera qué comportamientos deben desarrollar, los incentivos pueden aplicarse a cualquier edad. Por ejemplo, un simple gracias puede ayudar a motivar a cualquiera a mejorar su rendimiento.

No obstante, es importante diferenciar este sistema de un chantaje. Ya que en el segundo caso se busca que alguien desarrolle algún tipo de actividad para nuestro beneficio, después de ser presionado. Sin embargo, a través de pequeñas recompensas por lograr algún objetivo conseguiremos mejorar el ánimo y motivar más a cualquiera.