Estudios previos ya habían demostrado que escuchar música cuando se hace ejercicio puede distraer la fatiga y aumentar la participación. Sin embargo, la manera en la que experimentamos cada individuo la música es muy subjetiva, puesto que puede estar relacionado con factores culturales y preferentes personales.

Como hasta ahora no se sabía cuáles eran las propiedad específicas de la música, un grupo de investigadores italianos propusieron analizar el efecto del ritmo de una pieza musical en voluntarios que realizaban ejercicios de alta intensidad o resistencia.

Primero, los voluntarios completaron las sesiones de ejercicio en silencio, y luego escuchando música pop en diferentes tempos.

Con los datos recogidos durante el análisis, el equipo encontró que había variaciones en el esfuerzo y en la frecuencia cardíaca. De modo que, escuchar música de alto ritmo resultaba en una frecuencia cardíaca más alta y en un esfuerzo percibido más bajo en comparación a hacer ejercicio sin música.

Además, de esta forma se demuestra que escuchar música de alto ritmo cuando se realizan ejercicios de alta intensidad, como caminar o correr, puede ser beneficioso para mejorar nuestra condición física.

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