Se trata de un superalimento que se ha empezado a hacer popular hace poco. El kale se cultiva y consume, especialmente, en el norte de Europa, aunque en Italia, por ejemplo, también utilizan una variedad concreta. A su vez, Francia ha pasado de usar la variedad morada en jardinería, a añadirla a sus platos. En España, ha sido algo desconocido hasta hace pocos años, que se empezó a cultivar en el país.

Es ideal porque se puede tomar tanto en crudo y cocinado, o en zumo mezclado con frutas.

Una ración media de kale cocinado tiene un alto contenido en hierro, en calcio, vitaminas A, C y K, en ácidos grasos omega 3 y en fibra. Además, ka composición del kale incluye carotenoides y flavonoides, responsables de los colores de las frutas y verduras.

Puede ser un alimento destacado en la dieta, pero no por ello debe reemplazar a otros alimentos. Se define como superalimento porque recoge una gran cantidad de nutrientes, no es calórico y aporta beneficios extra a la salud.

El kale es alargado y su hoja es más parecida a la de la acelga o la lechuga. Lo mejor es comprarlo en manojos, en hojas enteras, en el mercado. Aunque también se pueden comprar en su versión ya cortada.

El nervio central de la hoja hay que quitarlo porque es muy grueso. Para ensaladas, además de quitar el nervio, hay que macerar el kale en zumo de limón con aceite de oliva durante media hora para suavizar su grosor y su sabor algo áspero.

Si lo cocinas, el tiempo medio ideal de cocción son 10 minutos. Y es aconsejable consumirlo poco después de comprarlo, ya que enseguida la hoja se seca y su sabor se vuelve más amargo.

Es interesante introducirlo, al menos, un día a la semana en la dieta para beneficiarnos de su poder nutricional y de que, además, no provoca gases ni hinchazón abdominal.