El conocimiento sobre las propiedades de este alimento líquido ha mejorado en los últimos 15 a 20 años al aumentar el interés entre la comunidad científica por conocer un poco mejor este elemento fundamental de la dieta humana.

La doctora Pilar Vaquero, investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explica que el agua es un alimento fundamental en nuestro día a día.

"Tener acceso a agua potable es un derecho universal por el que deben velar las autoridades y como tal su calidad se encuentra regulada por los organismos competentes",  afirma.

El agua tiene importantes implicaciones en la salud humana sobre todo a través de las distintas dietas adaptadas a la persona, la hidratación, la litiasis (formación de cálculos en vías excretoras), la osteoporosis o incluso el riesgo cardiovascular. Las necesidades del agua varían de una persona a otra y según la etapa de la vida en la que nos encontremos.

Es por ello, además, que las sociedades de nutrición incluyen ya el agua dentro de la composición de las pirámides de alimentación que constituyen la guía para una dieta equilibrada.

Las funciones del agua en el organismo son innumerables, pero entre las más importantes se podrían destacar: ·

1) Es la base de todos los líquidos del organismo, que constituyen hasta un 70% del organismo cuando nacemos. 

2) Es el vehículo de transporte de todas las sustancias del cuerpo.

3) Reacciona con otras sustancias del organismo dando lugar a productos nuevos

4) Participa en la transmisión nerviosa o en el sistema eléctrico del sistema cardiaco. 

5) Durante la gestación humana, el líquido amniótico o el propio feto están constituidos en gran medida de agua.     

6) Es fundamental para la regulación de la temperatura corporal.

7) Tiene un papel clave en todas las funciones del metabolismo humano y es esencial para el volumen y funcionamiento de las células.

Como en el caso de otros productos de alimentación, Pilar Vaquero señala que la relación calidad-precio no es lineal y que un menor precio en el agua envasada no significa una calidad más pobre. "El agua mineral natural procedente de manantiales cumple con una legislación europea muy estricta que exige una composición declarada y estable que no se puede alterar", aclara la investigadora.

El agua mineral presenta un amplio abanico de posibilidades en cuanto a su composición, pudiendo ser ésta más cálcica, clorurada o bicarbonatada pero también pueden predominar otros componentes como el sodio, el magnesio o el fluoruro.

La clasificación que se emplea de forma más extendida es la que se refiere a las aguas minerales muy débiles, débiles, medias y fuertes y que depende de la cantidad de minerales que contienen. Son estos minerales disueltos en las aguas naturales los responsables de sus potenciales beneficios para la salud.

Sin embargo, dada la normativa actual sobre el etiquetado de las aguas minerales sólo se puede indicar cuando son aptas para las dietas pobres en sodio o para la alimentación infantil, o si pueden tener efectos laxantes o diuréticos.    

Sobre sus beneficios para la salud, Vaquero apunta que las aguas ricas en bicarbonato sódico podrían ser más digestivas, las ricas en calcio y magnesio beneficiar a los huesos y las débiles más aptas para los riñones inmaduros de los bebés.