A partir de los 4 ó 6 meses, la lactancia materna no es suficiente para cubrir las necesidades nutricionales de un niño, por lo que se deben introducir alimentos suplementarios para aportar los nutrientes y energía que la leche o fórmulas infantiles no pueden proporcionar.

Además, también se comienzan a incluir en su dieta alimentos sólidos de forma progresiva, entre los que los purés comerciales listos para el consumo han cobrado una gran importancia debido al escaso tiempo del que disponen muchas familias para elaborar purés de forma casera.

En este estudio, se comparó el perfil nutricional de tres tipos diferentes de purés a base de carne de cordero, ternera y pollo de tres marcas comerciales diferentes con el de purés caseros.

En función de los resultados obtenidos, y según informa el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC), los autores reconocen que no existen diferencias relevantes en el perfil nutricional de purés elaborados de forma casera con respecto a los industriales en cuanto a su composición en macronutrientes, y que, estos últimos permiten un perfil en el producto acabado más controlado y homogéneo debido a su proceso de elaboración.

Los investigadores defienden que la variabilidad proteica observada puede deberse al empleo de distintas piezas cárnicas y a la cantidad añadida en la formulación. La percepción es que cuánto más grande sea el filete añadido, mejor. Pero los pediatras dicen que abusar de la proteína no es bueno, porque si hay una predisposición para la obesidad aumentan las opciones de que se manifieste.

Con respecto al contenido en sodio, su presencia en los purés depende fundamentalmente de  la sal añadida. Así, en el caso en los purés caseros cabe destacar que existe un riesgo de sobrepasar las concentraciones de sodio recomendadas al adicionar este electrólito durante la elaboración.

En lo que se refiere al perfil lipídico, tanto los purés comerciales como los caseros presentan un patrón muy similar, predominando los ácidos grasos monoinsaturados, seguidos de los saturados y de los poliinsaturados. "Atendiendo a la formulación, se puede corroborar que algunas marcas comerciales refuerzan el contenido en ácido linoleico y linolénico con la incorporación de aceites de semillas", reconocen los autores del estudio elaborado en colaboración con el Servicio de Pediatría Hospital La Fe de Valencia e investigadores del Departamento de Tecnología en los Alimentos, Nutrición y Bromatología de la Universidad de Murcia.