Una vez superada esta fase, los frutos secos son un alimento imprescindible en la dieta de los más pequeños de la casa.

Los frutos secos son alimentos cargados de nutrientes saludables, y también una importante fuente de energía.     

Además de tener multitud de vitaminas, principalmente liposolubles A, D, E y K, y minerales, como selenio, magnesio, cobre o zinc, su perfil lipídico está repleto de grasas mono y poliinsaturadas, las más favorables para la salud cardiovascular. 

Por otra parte, también contienen fitonutrientes, mayoritariamente antioxidantes, que son beneficiosos para la salud celular. 

El consumo de frutos secos se relaciona también con un menor riesgo de padecer diabetes e incluso algunos tipos de cáncer.

En el caso de los niños, es muy recomendable que consuman frutos secos en el desayuno, después de hacer ejercicio o en la merienda.

Los frutos secos más saludables en la dieta infantil, teniendo en cuenta la relación entre micronutrientes y contenido calórico, son las castañas, avellanas y almendras, seguidos de los pistachos y las nueces. 

Entre las semillas, son las pipas de girasol contienen la más variada combinación de vitaminas y minerales, seguidas de cerca por las pipas de calabaza, y siendo ambas una fuente importante de ácidos grasos omega 3 y 6.