La principal causa de que aparezca es que, al nacer, los bebés tienen una composición diferente de la última capa de la piel que no les protege de la deshidratación, las agresiones y las infecciones cutáneas.

Los brotes de piel atópica aparecen, por lo general, en los pliegues de los brazos y las piernas, la cara, las manos y los pies.

Los factores por los que se desencadena esta enfermedad cutánea son: la falta de hidratación, estrés, el cloro de las piscinas, los perfumes, los jabones agresivos, la ropa sintética, las infecciones, el sudor y los climas fríos y secos.

Con la llegada del verano, el sol produce un efecto inmunosupresor que hace que disminuya la reactividad de la piel de estos pacientes y se produce una mejora de los síntomas. Sin embargo, hay que tener cuidado con los baños en piscinas, donde la exposición al cloro puede ser muy peligrosa, y puede hacer que aumenten los brotes, según los expertos.

Para cuidar este tipo de piel, lo más importante es mantenerla bien hidratada. En caso de un brote importante se emplean corticoides tópicos, inhibidores de la calcineurina, fármacos inmunosupresores por vía oral y tratamiento con rayos ultravioletas. En caso de sobreinfección, los pediatras suelen recetar antibióticos.

Algunos consejos para evitar un nuevo brote son:

  • Hidratar muy bien la piel con cremas efecto plus
  • Aplicar cremas con función barrera justo antes de ir a la piscina para aislar la piel del cloro
  • Utilizar ropa de algodón
  • Mantener las zonas del cuerpo con mayor actividad de sudoración bien ventiladas
  • En la ducha, evitar el uso de esponjas, jabón para pieles atópicas, sin detergentes y utilizarlo solo en las zonas necesarias. El agua debe ser templada y no muy caliente.
  • Al secarse nunca se debe frotar y se recomienda utilizar albornoz.
  • Ventilar la habitación para que salga el polvo.
  • Baños en el mar o la piscina de corta duración para que la piel no se irrite.