Una dieta sana y equilibrada es la base para que nuestros pequeños crezcan bien. Por eso, la alimentación es una de las mayores preocupaciones de los padres. El dilema llega cuando el niño está en edad de escolarización y los padres tienen que decidir si dejar a los niños en el comedor del colegio u optar por que coman en casa.

Por eso, y antes de tomar una decisión, lo mejor es analizar los aspectos positivos y negativos de los comedores.

La principal ventaja de que el niño coma en el comedor de su centro educativo es que tiene asegurada una alimentación equilibrada y variada. Los colegios están sometidos a estrictos controles de seguridad alimentaria y sus menús son elaborados por nutricionistas.

Los comedores también ayudan a que los niños aprendan a llevar una dieta variada. El hecho de que el niño esté con sus compañeros le niega la posibilidad de pedir otra comida. Además, los trabajadores del comedor solventan de otra forma los enfados del niño y le enseñan a comportarse en la mesa.

La hora de la comida puede ser una buena oportunidad para que el niño refuerce sus relaciones sociales. El comedor favorece la creación de nuevas amistades.

Sin embargo, las oportunidades que ofrecen los comedores no siempre son favorables para los padres y los niños.

La principal desventaja de llevar al niño al comedor escolar es la imposibilidad de disfrutar de ese tiempo en familia. Los beneficios de comer en familia a nivel emocional son muy importantes y estos se pierden si el niño come en el colegio.

Otra de las grandes preocupaciones son las alergias. A pesar de que los colegios cuentan con los medios necesarios para este tipo de problemas, la tranquilidad de cocinar la comida en casa y saber qué come el niño en cada momento es mayor que si lo hiciera en el centro educativo.

La economía es otro gran inconveniente, pues el comedor supone un gasto extra para la economía familiar, sobre todo cuando hay varios niños en la familia.

La decisión de dejar o no al niño en el colegio es una de las muchas decisiones que tienen que tomar los padres, aunque en la mayoría de los casos, esta decisión dependerá de los horarios laborales de los progenitores o de la localización del centro educativo.