A través de esos cuatro puntos conseguimos que el coche acelere, frene y cambie de dirección. Pero esos cuatro puntos, que son los neumáticos, requieren una presión de aire determinada por el fabricante, sin la cual su concurso en las órdenes que deben transmitir al asfalto se ve muy mermado.

Todos hemos visto en alguna ocasión e incluso muchos habremos conducido durante unos cientos de metros un coche con una rueda pinchada. La absoluta imprecisión de trayectoria, la falta de capacidad de frenado y el freno que representa a la marcha se hacen muy evidentes. Pues bien no llevar las presiones adecuadas es como ir un poco pinchado, lo que visto así no es nada tranquilizador.

Un neumático con la presión insuficiente incrementa el consumo en torno a un 7% y reduce su duración alrededor de un 20%. Genera desgastes irregulares en los flancos y resulta más proclive a los pinchazos. Eso en lo que se refiere al aspecto digamos financiero. Pero desde el punto de vista de la seguridad las consecuencias son aun perores.

Con baja presión los flancos no son capaces de mantener la firmeza se retuercen en curva bajo la llanta y acabamos pisando pon ellos en lugar de con la banda de rodadura. La adherencia en esas condiciones es mínima y sobre todo en los neumáticos traseros puede provocar deslizamientos del eje posterior que son los más difíciles de controlar. La cosa puede empeorar aún más una maniobra de esquiva o una curva tomada a alta velocidad puede hacerlos desllantar con lo que el riesgo de vuelvo se multiplica.

Las presiones deben revisarse una vez al mes y siempre que modifiquemos la carga, por ejemplo al irnos de vacaciones con el coche al completo y equipaje. Además debemos comprobar la profundidad del dibujo con regularidad y verificar que el desgaste es homogéneo. Si nuestro coche es de tracción delantera. Cada 10.000 km cambiaremos los neumáticos delanteros por los traseros para que el desgaste sea uniforme en los cuatro, de manera que al cambiarlos tengamos que cambiar los cuatro. Recordar que la profundidad legal mínima es de 1,6 mm.

En resumen, la comprobación no lleva más de cinco minutos, sólo se hace una vez al mes y es lo único gratis que hacemos en la gasolinera (y no en todas). Vale la pena observar esta regla porque afecta gravemente a nuestra seguridad y… a nuestro bolsillo.