En todos los meses, salvo marzo, se ha registrado un numero inferior de fallecidos respecto al año anterior. Especialmente significativa es la reducciónde junio, al pasar de 114 a 79 víctims mortales y en agosto, con 101 muertos, 30 menos que en 2018.
Tras 12 años de bajadas, 2016 cambió el trazado de la curva descendente de la gráfica de la siniestralidad. 2017 también fue negativo, mientras que en 2018 se vislumbró una mejoría, con una reducción del 1,5 por ciento de fallecidos.
Los primeros nueve meses de este año están marcados por la primera medida puesta en marcha por el director general de Tráfico, Pere Navarro, para atajar de lleno el repunte. Un real decreto aprobado por el Gobierno y en vigor desde el 29 de enero cambiaba el límite máximo de velocidad de 100 a 90km/h en las carreteras convencionales en las que cada año se dejan la vida 1.000 personas, siete de cada diez fallecidos.
El ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, pero también expertos en seguridad vial consideran que, aunque es pronto para analizar el impacto real de esta medida, la reducción a 90 km/h ha dado muy buenos resultados. Solo en julio y agosto en este tipo de vías han descendido un 23 por ciento las víctimas mortales que fueron 145, la cifra más baja también de la serie histórica en estas carreteras.
Más allá de esta medida, responsables de entidades y organismos vinculados con la seguridad vial explican cuáles son los factores que pueden estar detrás de unos datos "menos malos", como resumió Marlaska, así como los retos pendientes. Todos coinciden en señalar el "alarmante" aumento de motoristas y ciclistas fallecidos.
Precisamente, el actual Gobierno tiene en el cajón un plan de motocicletas para poner en marcha, pero que con la situación de bloqueo político está paralizado. Como también otras iniciativas, entre las que destaca la renovación del carné por puntos con sanciones más duras para el uso del móvil, la regulación de los patinetes en ciudad o los 30 km/h en las calles de una sola dirección.