Bajo el título 'Culpables hasta que se demuestre lo contrario. Percepciones y discursos de adolescentes españoles sobre masculinidades y violencia de género', este estudio publicado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventudconstata que aunque el 46,4% de los jóvenes se identifican con el movimiento feminista, se ha producido un aumento del antifeminismo por, consideran los encuestados, imponer un único pensamiento.

El estudio, de carácter cualitativo, tiene el objetivo de captar los argumentos que componen el antifeminismo y el negacionismo de la violencia de género, se ha basado en entrevistas a adolescentes entre 14 y 17 años, chicos y chicas, en entrevistas a expertos y expertas en género, sexualidades juveniles, masculinidades e intervención, y en talleres de cocreación con jóvenes.

El trabajo ha ahondado en los discursos adolescentes para comprender qué argumentos y narrativas se están desplegando y poder contrarrestar algunos de sus efectos más nocivos. La investigación también aborda la relación que tienen estas percepciones y discursos con la construcción de las masculinidades.

Por ello, el estudio explica que, en consonancia con el título, los chicos adolescentes se sienten culpables cuando se les plantean diferentes escenarios relacionados con la violencia de género, en un discurso cargado de ambigüedades en muchos aspectos, pero unánime respecto a la pérdida de presunción de su inocencia. Las chicas adolescentes, por su parte, también señalan la desprotección jurídica de los hombres como algo negativo para ellos y también para las mujeres que sí sufren violencia de verdad.

Del mismo modo, se muestra una creciente polarización entre mujeres y hombres adolescentes, pues a la vez que los chicos se acercan a posiciones machistas, las chicas siguen defendiendo posturas feministas, aunque no siempre se definan como tal.

Problemas para identificar la violencia de género

Junto a esto, el estudio pone de manifiesto que los adolescentes tienen problemas para identificar la violencia de género. Según indica, la asocian con los tipos más extremos o graves (agresiones sexuales), mientras que normalizan las violencias más cotidianas. Por su parte, los varones no niegan al completo su existencia, pero sí banalizan o minimizan su importancia.

El argumento más habitual es que la violencia de género está mal definida; que las medidas que se toman no son adecuadas; que muchas de las cosas que recoge han pasado siempre y no es para tanto; que son cosas que pasan más bien en otros países o épocas y que en el fondo es inevitable y no se puede erradicar, entre otros.

La construcción de la masculinidad

La masculinidad es una construcción sociocultural de creencias, comportamientos y actitudes que cada sociedad atribuye a los hombres. En las últimas décadas, como consecuencia de las transformaciones sociales, económicas y políticas, el modelo tradicional de masculinidad se ha resquebrajado.

Este estudio constata que hay un consenso mayoritario de que la violencia de género es un problema social muy grave (74,2%), aunque un 44,7% de los hombres jóvenes sostienen postulados machistas que pasan más desapercibidos como que el feminismo busca perjudicar a los hombres o que no se ocupa de problemas reales y solo es una herramienta política.

Más del 45% apoya afirmaciones como que no se puede debatir con feministas porque te acusan de machista muy rápido o que los hombres suelen tener trabajos más duros que las mujeres.

Aunque los adolescentes se están alejando de algunos de los mandatos de la masculinidad tradicional, siguen manteniendo rasgos de una masculinidad tradicional, como la del “hombre hecho a sí mismo” o la del “hombre con liderazgo, decisión e independencia”, actitudes con las que no se sienten cómodos.

Sin embargo muchos de ellos admiten necesitar expresar públicamente que lo están pasando mal y lamentan que la sociedad les meta a todos en el mismo saco.

Por ello, Nerea Boneta, una de las autoras del estudio, ha advertido que es fundamental ahondar en esta realidad para comprender qué argumentos y narrativas se están desplegando para poder contrarrestar algunos de sus efectos más nocivos.

El trabajo con adolescentes y masculinidades

Expertas y expertos en sexualidades juveniles, masculinidades e intervención, que también han sido entrevistadas y entrevistados, señalan la necesidad de superar el síndrome de la eterna introducción, que define la resistencia de determinados sectores sociales a profundizar en los factores que rodean, causan y conducen a la violencia de género, apoyándose en el enfoque de la construcción de las masculinidades y también en la reflexión crítica sobre los feminismos.

Ante esto, el estudio señala estrategias centradas en el cambio individual para que los chicos conozcan modelos de masculinidad alternativos e igualitarios y que no los reconozcan como una pérdida de privilegios así como estrategias centradas en el cambio social que incluyan herramientas y abordajes desde lo comunitario que eviten la excesiva vigilancia de las conductas individuales.

Incide además en la necesidad de dejar atrás la identidad del hombre blanco heterosexual como subjetividad universal y entender que los varones no son un grupo homogéneo, sino lleno de matices y diversidades.

Entre sus recomendaciones, el estudio aboga por trabajar y presentar a los adolescentes experiencias reales y no datos o estadística, la alfabetización mediática, un enfoque en las masculinidades, explorar la dimensión digital y desjerarquizar y generar espacios de diálogos.