El caso de Cambridge Analytica sigue dando dolores de cabeza a Facebook. El escándalo en el que la compañía compartió de manera fraudulenta datos de 30 millones de usuarios estadounidenses ha terminado con la mayor multa impuesta por la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) en la historia, 5.100 millones de dólares.
Según el acuerdo de Facebook con la FTC, la empresa estadounidense se ha comprometido a colaborar con la agencia federal. Además de la sanción histórica, la FTC ha ordenado a la compañía aplicar nuevas prácticas en la recopilación y el tratamiento de datos de sus usuarios. La compañía de Silicon Valley tendrá que agregar nuevas capas para aumentar la transparencia y la responsabilidad respecto a la información de las personas.
Además, la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU (SEC, por sus siglas en inglés) le ha impuesto otra multa de 100 millones de dólares por engañar a sus inversores sobre los riesgos del uso indebido de los datos de los usuarios. La agencia denunció que Facebook fue consciente durante dos años del empleo de los datos por Cambridge Analityca y los presentaba a sus inversores de “manera hipotética”.
Las voces más críticas creen que hacen falta penas más efectivas. Tanto republicanos como demócratas estadounidenses están de acuerdo en que el acuerdo no será efectivo en el trato que hace Facebook de la privacidad de sus usuarios y piden penas más fuertes para frenar los hábitos de violación de datos de la compañía de redes sociales más grande del mundo. Los políticos y ciudadanos estadounidenses requieren un paso firme en la regulación tecnológica, como es el caso de Europa, que ha impuesto grandes sanciones contra los gigantes tecnológicos.
En un comunicado, Facebook aceptaba las órdenes de la FTC. Y su CEO, el Sr. Zuckerberg apuntaba en un post en la red social que la multa “va más allá de lo que exige la ley” y aceptaba el acuerdo porque “reducirá la cantidad de errores que cometemos y nos ayudará a ofrecer protecciones de privacidad más sólidas para todos”.
Todo esto mientras las grandes empresas de Silicon Valley están siendo investigadas por las comisiones antimonopolio. El Departamento de Justicia y la propia FTC están estudiando cómo las ‘big tech’ habían acumulado poder de mercado y si habían actuado a conciencia para evitar la competencia, perjudicando también al usuario.