Es positiva la adaptación de la prueba a los sistemas de los modelos actuales. No es la primera vez que desde aquí abogamos por la actualización de los contenidos teóricos y prácticos de cara a la obtención de los permisos de conducir y esta iniciativa es un paso adelante en este sentido.

El examen de conducir ha sufrido pocas modificaciones en las últimas cinco décadas mientras que la tecnología de los automóviles ha experimentado unos avances espectaculares.

Hace años en el examen se incluía una prueba que consistía en partir desde cero e insertar las cuatro marchas y volver a detener el vehículo reduciendo progresivamente con el cambio hasta terminar parando en segunda.

Uno de los “cocos” de las pruebas era el arrancar desde parado en rampa. Una prueba en la que los nervios o la falta de destrezas han costado un buen número de suspensos.

Teniendo en cuenta que la práctica totalidad de los automóviles actuales disponen de la ayuda al arranque en pendiente, no tenía sentido desconectar tal ayuda para llevar a cabo el examen, sobre todo sabiendo que el conductor va a disponer de tal sistema en su vehículo.

Un “clásico”, primero en el examen de maniobras y posteriormente en el de circulación, era el aparcamiento; una prueba que acredita la destreza del conductor para valorar el espacio disponible y situar el coche en el mismo con un aceptable número de maniobras.

Muchos coches llevan ya sistemas de aparcamiento automático que se encargan de ambas cosas, aunque todavía no es un sistema mayoritario y por tanto no está incluido en el paquete de sistemas que se pueden usar en el examen.

En todo caso nadie va a ser un conductor más seguro por aparcar bien por lo que esta prueba nos parece tan obsoleta de cara a la seguridad como la de parar en un semáforo en segunda marcha.

Decíamos que celebramos esta medida, pero sigue pareciéndonos insuficiente, y a mi juicio, es imprescindible incorporar algunas pruebas sencillas como la utilización del sistema ABS de antibloqueo de ruedas; un elemento presente en la práctica totalidad de los vehículos y posiblemente el mayor avance en seguridad dinámica de la historia del automóvil.

Como instructor de conducción avanzada desde hace casi 30 años he podido constatar que más del 70 por ciento de los conductores no saben lo que es, como funciona, ni como debe ser utilizado.

La consecuencia directa es que, ante una situación grave como puede ser una frenada de emergencia, esos conductores o frenan suave o frenan a pisotones para evitar el bloqueo de las ruedas y la pérdida de control del coche, algo que el ABS hace de manera automática con una cadencia de medición y actuación de entre 18 y 20 veces por segundo. Incluir esta prueba no representaría un inconveniente adicional para obtención del permiso, pero sí acreditaría que el alumno sabe usar el ABS y no va a generar un problema de seguridad, para él o para otros, por no saber usarlo.

Es imprescindible que no sigamos aplicando técnicas de conducción de los años 70 en coches del siglo XXI y por tanto también es necesario adaptar los conocimientos y los exámenes.