Para su actuación, el coche cuenta con múltiples sensores que envían las señales correspondientes a la centralita del control de estabilidad.

Los más importantes son el sensor del volante que indica hacia donde estamos girando (izquierda o derecha) y si lo estamos haciendo mucho o poco. Un segundo sensor, situado en el centro del vehículo, mide lo que en aviación se denomina ángulo de “guiñada”, que es el giro del coche sobre su eje vertical. Por simplificar mucho, a cada giro de volante le corresponde un ángulo de “guiñada”, cuando ambos parámetros se salen de los márgenes preestablecidos el sistema actúa.

Hay que saber que todas las pérdidas de adherencia lateral se producen por exceso de velocidad. Con toda la dirección girada un coche podrá circular a 15 ó a 17 km/h sin derrapar, a medida que abrimos el volante esa velocidad va subiendo, pero cada giro de volante tiene una velocidad máxima, que establece el trabajo del neumático y de la suspensión del coche. Por tanto, cuando el coche desliza es porque hemos superado la velocidad máxima para ese giro que le pedimos.

¿Cómo actúa?

Si el coche toma una trayectoria abierta, con relación a la que le mandamos con el volante, es decir, “se va de morro” (subviraje), el sistema frena de las cuatro ruedas, pero lo hace con mayor intensidad de las dos ruedas interiores para inducir un par de giro sobre la carrocería en la dirección que hemos dado al volante. Por un momento el ESP nos trasforma el coche en un vehículo de orugas, que como no tiene ruedas para girar, detiene una cadena y la otra no, por lo que gira sobre la cadena detenida.

Si el coche gira más de lo que le mandamos con el volante, es decir “se va de atrás” (sobreviraje), el sistema vuelve a frenar de las cuatro ruedas, pero en este caso lo hace con mayor intensidad de la delantera exterior. Es decir el ESP se apoya en una o varias ruedas para mantener la trayectoria que nosotros mandamos con el volante. Si el conductor mantiene el pedal del acelerador pisado, el sistema corta la inyección para evitar que la velocidad aumente. También se enciende un testigo amarillo que parpadea en la instrumentación.

¿Cómo debe actuar el conductor?

Lo primero que debemos hacer es levantar el pie del acelerador y concentrarnos en apuntar con las ruedas hacia donde queremos llevar el coche, incluso exagerando un poco la trayectoria, para que la frenada del ESP sea mayor y le resulte más fácil recuperar la línea mandada con el volante. Nunca debemos mirar a donde nos lleva el coche, sino fijar la vista al punto donde queremos llevarlo nosotros. Ese punto debe estar lejos del coche. Nunca mirar a tres o cuatro metros del morro sino a como mínimo 20 ó 30 m, eso nos ayudará a establecer una trayectoria más eficaz.