Cuando hay vehículos inmovilizados en la vía, el riesgo de atropello puede ser enorme: desde 2018, 95 ocupantes de vehículos y 27 profesionales (bomberos, policía, operarios de grúa y de conservación de carreteras) han sido atropellados mortalmente en nuestras carreteras. “Un vehículo inmovilizado en la vía debe ser siempre motivo para estar alerta y tomar precauciones para el conductor que lo encuentra. En estas circunstancias, existe un riesgo real de atropello. Además, las distracciones al volante son letales en estas circunstancias, una mínima invasión del arcén puede desencadenar la tragedia”, explica Juan Ignacio Serena, jefe de sección del Área de Formación de Conductores de la DGT.
En situaciones como esta, la distancia lateral de separación segura es fundamental para rebasar a un vehículo averiado en el arcén o, más aún, en la calzada. Una vez más, la anticipación es la clave: “Nada más ver el obstáculo en la vía, observaremos por el retrovisor y nos desplazaremos al carril contiguo”, aconseja el experto. Pero puede ser que esté ocupado y no sea posible cambiar de carril: “En ese caso, reduciremos la velocidad adaptándola al espacio disponible, de modo que a menor espacio más baja debe ser nuestra velocidad. Y mantendremos la separación lateral, para pasar junto al vehículo inmovilizado a una distancia segura”, explica. Y por supuesto, si hay agentes en la vía, esté atento a posibles indicaciones.
Falta de visibilidad
Con lluvia o niebla, la visibilidad en la vía puede reducirse drásticamente. En situaciones así, disminuir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad con el resto de usuarios son las dos precauciones fundamentales para circular con seguridad. Recuerde además que deberá encender las luces de cruce. Y si las condiciones son especialmente desfavorables, también las antiniebla traseras. “Si la niebla o la lluvia le impiden ver la carretera, guíese por las marcas viales para mantener el vehículo dentro de su carril. Y si no es posible seguir circulan, abandone la vía en cuanto pueda hacerlo y deténgase en un lugar donde pueda aguardar sin riesgo para nadie a que la situación mejore”, apuntan desde Formación de Conductores.
¿Qué hacer cuando la avería mecánica impide seguir circulando?
Ante todo, mantener la calma y salir de la vía al primer lugar seguro disponible para detener y comprobar el daño en su vehículo. Y si no le da para llegar a una estación de servicio o un área de descanso, detenga el vehículo a la derecha en el arcén, ocupando la parte imprescindible de la calzada si fuera necesario.
Encienda las luces de emergencia y coloque la señal V-16 (luz amarilla giratoria) sobre el techo (si la tiene) o los triángulos de preseñalización de peligro (aunque estos ya no son obligatorios en autovías y autopistas). Abandone el vehículo con el chaleco puesto por el lado contrario a la calzada y espere a la grúa fuera de la vía en lugar seguro, tanto usted como sus acompañantes.
“Puede ser que, en el tramo de vía donde hemos inmovilizado el vehículo, no sea posible abandonarlo sin riesgo o no haya un lugar seguro donde refugiarse. En este caso, deberemos permanecer dentro, con los cinturones abrochados, hasta que lleguen las asistencias”, indica Serena.
Los parones repentinos
La circulación es intermitente, la conducción se vuelve más exigente y un mínimo error puede marcar la diferencia. Las colisiones por alcances en las carreteras causaron 113 fallecidos y 361 heridos graves en 2022. En circunstancias de vía muy saturada es fundamental conducir con la máxima atención, con una separación frontal adecuada de dos segundos respecto al vehículo de delante (podemos calcularla contando ‘1001, 1002’ cuando este pase por un punto fijo).
En el momento en que prevemos un parón, cuando vemos encenderse luces rojas delante, disminuiremos inmediatamente la velocidad, manteniendo la distancia y observando hacia atrás por los retrovisores para vigilar el riesgo de un posible alcance:
“El mejor comportamiento es pisar repetidamente el pedal de freno para advertir con nuestras luces a los conductores que vienen por detrás del riesgo de una colisión en cadena”, explica Serena. En el caso de que sea necesario detenerse, la distancia segura respecto al vehículo de delante es aquella que permita ver sus ruedas traseras. “Y aunque no nos movamos, es importante mantener la concentración. Cualquier otra distracción durante estos parones puede tener consecuencias no deseadas”, recalca el especialista. Y recuerde, cuando la marcha se reanude, moderar la velocidad y aumentar la distancia de separación frontal pues, más adelante, puede haber nuevas retenciones.
Pérdida de presión
Quizás ya le haya ocurrido antes al volante: la dirección pasa a tener un tacto extraño, como esponjoso, incluso el rumor de la rodadura del neumático ha pasado a ser más áspero. Son las señales de un posible pinchazo y de la pérdida progresiva de presión de aire. Paro ello, debe pensar en abandonar la vía lo antes posible y en un lugar seguro, comprobar si efectivamente hay una pérdida de aire y cambiar la rueda afectada o pedir asistencia.
“Al detectar un pinchazo, los reventones en los neumáticos actuales son infrecuentes, es preciso levantar el pie del acelerador y sujetar el volante con firmeza y nunca moverlo bruscamente para mantener la trayectoria dentro del carril. Además, para evitar la pérdida de control del vehículo con una rueda desinflada, nunca pisaremos el pedal de freno con firmeza”, subraya Serena.
Accidente en la calzada: ¿Qué hacer?
“Lo primero cuando encontramos un siniestro es reducir la velocidad para evitar el riesgo de colisión con los vehículos accidentados, dentro de ellos puede haber personas heridas. Además, observaremos hacia atrás por los retrovisores, por si se aproximan otros vehículos”, afirman desde el Área de Formación de Conductores. Cuando todavía no hay asistencias sanitarias, cada minuto es vital. En este tipo de emergencias, la conducta PAS es la indicada: proteger el escenario, avisar a Emergencias y socorrer a los heridos (si tenemos los conocimientos necesarios). Aunque siempre sin provocar más riesgos de los que ya hay:
Desgraciadamente hay muchos atropellos a personas que intentan ayudar”, advierten los especialistas. En cambio, si los servicios de Emergencias y los agentes de tráfico ya están en el lugar, evitaremos ralentizar nuestra velocidad para observar qué ha ocurrido: el llamado ‘efecto mirón’ es una conducta peligrosa habitual que provoca riesgo de colisiones y atropellos (ver el caso 1 en este reportaje). Y, por descontado, ralentiza la circulación y causa retenciones.