En el pueblo riojano de Arnedillo hay un restaurante que tiene su local y su terraza separados por una carretera comarcal, lo cual hace que los camareros estén continuamente obligados a cruzar la calzada.
Los dueños, hartos de que los conductores no respetasen la velocidad de 40 km/h, colocaron una señal que advierte de la presencia de camareros en la calzada.
La idea fue de un cliente que un día vió cómo un camarero tuvo que soltar la bandeja en medio de la carretera porque venía un coche. Él mismo elaboró las señales y se las envió al restaurante.
La medida parece haber surtido efecto y ahora los coches pasan a menos velocidad. Aunque hay algunos a los que medida no les resulta del todo correcta y piensan que la solución pasa por colocar un paso de peatones y señalarlo debidamente.