Las máquinas ya trabajan en el corredor de O Morrazo en Pontevedra para colocar una mediana de hormigón que separe los carriles. Se trata de un punto negro de la red de carreteras.
Esta actuación trata de incrementar la seguridad vial y disminuir la posibilidad de colisiones frontales por invasión del carril contrario. En siete años han fallecido en esta carretera diez personas.
Este corredor mide 15 kilómetros de distancia y soporta un tráfico diario de 16.500 vehículos. La colocación de carteles que advierten de la peligrosidad de la vía, numerosos radares o bandas rugosas que delimitan los carriles han sido insuficientes.
Los vecinos en numerosas concentraciones exigían más. Ahora celebran esta nueva solución aunque saben, que son medidas provisionales ya que está previsto el desdoblamiento del corredor para convertirlo en autovía.