Los motoristas son uno de los colectivos más vulnerables en la carretera. En un accidente de tráfico, los daños que pueda sufrir el cerebro, tanto físicos como psicológicos, suelen ser irreversibles.

Esta es la razón por la que el casco se convierte en el único equipamiento obligatorio que deben llevar los motoristas, con su correspondiente homologación NF (etiqueta verde) o su adaptación a la norma CE (etiqueta blanca).

Además, el uso del casco reduce el cansancio y actúa de aislante frente al ruido, los insectos o las condiciones climatológicas adversas que suponen un riesgo añadido para la conducción. En base a todo esto, la DGT da cuatro motivos por los que debes llevar el casco:

  • Protege la cabeza, el cerebro y la cara.
  • Actúa como una barrera que impide el contacto directo de cualquier objeto con el cráneo.
  • Absorbe parte del golpe, de manera que la aceleración del cráneo y el movimiento del cerebro quedan reducidos.
  • Distribuye la fuerza del impacto y evita que se concentre en una zona concreta de la cabeza.

 


Para que su uso resulte eficaz, es necesario elegir el casco adecuado y usarlo correctamente. Debe ajustarse a la cabeza, pero sin quedar suelto o demasiado apretado. Las correas deben estar colocadas alrededor de las orejas y bajo la mandíbula, de manera que se pueda abrir la boca con algo de resistencia.

En caso de utilizar gafas, se debe colocar y ajustar previamente para que las patillas queden sobre las correas, pues, en caso de accidente, saldrán despedidas y no podrán dañar la cara o los ojos.