Las políticas de la Unión Europea en materia de seguridad vial para el próximo decenio se basan en este concepto. Un término reconocido por organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, y recogido en la Estrategia de Seguridad Vial 2011-2020 del Gobierno español.

Aplicar este concepto supone adecuar la función de las vías, su diseño, trazado y velocidad, para que sea posible evitar el fallo humano e impedir que, en caso de producirse, tenga consecuencias fatales.