Desde hace 25 años se encuentra a la venta un dispositivo capaz de evitar que personas que hayan consumido alcohol puedan ponerse al volante de su vehículo. Este alcoholímetro, que presenta un coste de unos 1.000 euros, ya es obligatorio en algunos países, como Alemania y Francia, en casos de condena por delitos relacionados con la alcoholemia.
A partir de 2022, además, todos los vehículos de nueva circulación de la Unión Europea deberán llevar preinstalado este aparato; de forma que sea prácticamente imposible poder conducir tras haber consumido cualquier tipo de alcohol.
De esta forma, se pretende reducir, e incluso eliminar por completo, el número de accidentes de tráfico relacionados con el consumo de alcohol y otros estupefacientes. Una cifra, que solo en 2018 y como confirman los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), ha revelado que, de los más de 700 análisis toxicológicos a víctimas de accidentes, un 40% se encontraba bajo los efectos de las drogas o el alcohol en el momento del accidente.
Como informan distintos expertos en seguridad vial, el peso de este dispositivo dentro de nuestro país es mucho menor al que tiene en otras regiones de la Unión Europea; algo que la DGT pretende corregir mediante el nuevo Reglamento de Circulación que presentará próximamente.
En países como Francia y Suecia, este aparato que impide el funcionamiento del vehículo al detectar alcohol en el conductor, ya ha empezado a incorporarse en autobuses y camiones de mercancías peligrosas.