Zolpidem, más conocido por el nombre comercial de 'Ambien', está aprobado desde hace mucho tiempo por la agencia norteamericana del medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) para el tratamiento del insomnio. Pero nunca antes se había mostrado definitivamente que mejora la recuperación de un accidente cerebrovascular, dice Gary Steinberg, profesor y director de Neurocirugía que ha liderado la investigación.

Steinberg advierte que los resultados del estudio deben ser replicados de forma independiente en otros laboratorios antes de empezar ensayos clínicos sobre la capacidad del fármaco como un agente de recuperación del accidente cerebrovascular. 

El daño inicial de un accidente cerebrovascular, que surge cuando se bloquea el suministro de sangre a una parte del cerebro, se produce dentro de las primeras horas. Existen fármacos y dispositivos mecánicos para despejar el bloqueo pero, para ser eficaces, deben iniciarse dentro de varias horas desde que se produce el ictus, por lo que menos del 10 por ciento de los pacientes con accidente cerebrovascular se benefician de ellos.

Pasados unos días, durante los cuales la muerte del tejido continúa extendiéndose a regiones cerebrales adyacentes debido a la repercusión del daño inicial, el cerebro comienza lentamente a volver a cablearse y sustituir nuevas conexiones neuronales por las destruidas por el accidente cerebrovascular.

Entre tres a seis meses después, es probable que se produzca al menos el 90% de toda la recuperación en un paciente con ictus. Y hasta ahora, ninguna terapia farmacéutica ha demostrado que mejora la recuperación después del accidente cerebrovascular ni existen tratamientos eficaces durante la fase de recuperación, aparte de la terapia física, que se ha demostrado que es sólo marginalmente exitosa.
Steinberg y su compañero Tonya Bliss atribuyeron la eficacia de zolpidem a que mejora un tipo de actividad de señalización de las células del nervio cuyo papel en la recuperación parece inesperadamente beneficioso. En el estudio, esta señalización fue reforzada a pesar de que el fármaco se administra a dosis muy por debajo de aquellas en as que ejerce su efecto sedante.

Las células nerviosas se comunican entre sí por medio de unas sustancias llamadas neurotransmisores. Cuando la célula nerviosa secreta los neurotransmisores al enviar las señales, se acoplan en los receptores situados en las superficies de contacto de las células nerviosas. La mayor parte de esta señalización se realiza en uniones especializadas llamadas sinapsis, que cuentan con altas concentraciones de neurotransmisores desde la célula aguas arriba que activan los receptores en la célula aguas abajo.

Los neurotransmisores pueden ser excitatorios, lo que provoca la propagación de un impulso en la neurona receptora, o inhibitorios, impidiendo temporalmente que la célula nerviosa receptora propague impulsos. Más o menos una quinta parte de todas las células nerviosas en el cerebro que son inhibidoras hacen su trabajo mediante la secreción de un neurotransmisor llamado GABA.

Aunque la mayor parte de la señalización de GABA tiene lugar en las sinapsis, los científicos han aprendido que las células nerviosas también pueden presentar receptores de GABA en otra parte de sus superficies exteriores, que se llaman receptores extrasinápticos. En 2010, otros investigadores informaron que la señalización de los GABA extrasinápticos obstaculizó la recuperación del accidente cerebrovascular en un modelo animal.

Hasta el estudio de Stanford, nadie había estudiado el impacto en la recuperación del accidente cerebrovascular de la señalización GABA sináptica mucho más común. Para ello, Steinberg, Bliss y sus colegas realizaron una serie de experimentos anatómicos, fisiológicos y de comportamiento. Existen pequeñas diferencias estructurales entre los receptores GABA sinápticos y extrasinápticos, por lo que se pueden distinguir gracias a diversas técnicas.

Para determinar si el aumento transitorio de señalización de GABA sináptica post-accidente cerebrovascular era beneficioso --y, en caso afirmativo, si se podría mejorar--, los investigadores recurrieron a zolpidem, que funcina mejorando la señalización de GABA sináptica.

Indujeron cualquiera de dos tipos de accidentes cerebrovasculares en ratones, uno que daña severamente la capacidad sensorial y el otro que perjudica profundamente el movimiento para, a continuación, poner los ratones en un régimen zolpidem o una solución de control que no contenía el fármaco.

En casi todos los casos, los ratones tratados con zolpidem se recuperaron a un ritmo más rápido que los de control. Aunque la tasa de recuperación de la apoplejía mejoró drásticamente con zolpidem, su capacidad para aumentar el alcance de la recuperación no se pudo determinar debido a que, a diferencia de los seres humanos, los ratones recuperan, naturalmente, la mayor parte de su función previa al ictus, así que estos expertos probarán el fármaco en otros modelos animales, antes de proceder a los ensayos clínicos en humanos.