El cáncer es una enfermedad temida que puede manifestarse en cualquier órgano o tejido del cuerpo humano. En España, los de colon y recto, mama, próstata, vejiga urinaria y pulmón son los más habituales. En concreto, el cáncer de pulmón rozó los 31.000 casos en 2022, tal y como demuestra la Sociedad Española de Oncología Médica en su último informe anual sobre las cifras de cáncer.

Existen estudios específicos que van más allá de la mortalidad que este cáncer puede generar --es el más peligroso del mundo--. Uno de los más recientes se ha presentado en la Reunión Anual de la Sociedad Americana de Oncología Radioterápica (ASTRO). Muestra cómo una nueva prueba de biopsia líquida puede ayudar a determinar qué pacientes con cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) o de células no pequeñas, uno de los más agresivos y comunes (84 por ciento de los cánceres de pulmón), tienen más probabilidades de beneficiarse de la radiación dirigida de alta dosis.

Esta prueba de biopsia líquida identifica el ADN tumoral circulante en la sangre, lo que ayuda a distinguir si este cáncer de pulmón se ha extendido más ampliamente o a unos pocos focos tumorales y a determinar el tipo de tratamiento más eficaz para cada caso.

Así pues, el doctor Aadel Chaudhuri, director del estudio publicado en la revista 'npj Precision Oncology', explica que esta biopsia líquida de tejido tumoral sólo examina el lugar donde se tomó la muestra de tejido, y que las pruebas de imagen también tienen limitaciones para detectar la enfermedad micrometastásica. "La biopsia líquida podría ayudarnos a saber si hay enfermedad micrometastásica", asegura Chaudhuri.

Los investigadores del ASTRO han descubierto que algunos pacientes con enfermedad oligometastásica --en los que el cáncer se ha extendido a unas pocas localizaciones-- experimentan largos periodos de supervivencia sin cáncer cuando son tratados con altas dosis de radiación dirigidas a las localizaciones tumorales individuales.

Cabe destacar que Aadel y sus compañeros ya han utilizado la tecnología de biopsia líquida para monitorizar el estado de pacientes con cáncer colorrectal, cáncer de vejiga y tumores de nervios periféricos. Para este caso, han analizado los datos de 2016 a 2022 de 309 pacientes con CPNM oligometastásico --con edad media de 64,7 años-- que recibieron radioterapia después de la biopsia líquida.

Los pacientes con ADN tumoral circulante (ADNtc) detectable antes de la radioterapia han sobrevivido peor que aquellos cuya sangre no mostró ADNtc detectable antes del tratamiento: la media de supervivencia global, hoy día cada vez mayor, en pacientes con rastros de ADNtc es de 16,8 meses, frente a los 25 meses de los que no han tenido ADNtc antes del tratamiento.

Asimismo, la supervivencia libre de progresión empeoró para aquellos en cuya sangre se detectan rastros de ADNct antes de la radioterapia (5,4 meses), en comparación con los 8,8 meses para los que no tenían ADNtc detectable antes del tratamiento.

Por último, los resultados también han sugerido que los pacientes con niveles bajos o nulos de ADNtc detectable tienen más probabilidades de beneficiarse de la radioterapia, mientras que todos los que tienen niveles detectables más altos de ADNtc tienen más posibilidades de necesitar terapia sistémica (p.ej. quimioterapia o inmunoterapia). "Nuestros hallazgos indican que podemos utilizar este biomarcador para respaldar las decisiones de tratamiento centradas en el paciente en el entorno del cáncer oligometastásico", concluye Chaudhuri.