Por todo ello, es fundamental y necesario que se mejore la calidad ambiental de los edificios y la calidad de vida de los trabajadores ya que se evitarían muchas enfermedades, principalmente respiratorias.

Así, INTASENSE, un proyecto europeo de prevención, ha desarrollado una serie de sensores que medirán la calidad ambiental en los espacios cerrados de edificios energéticamente eficientes. 

Con estos sensores se podrá ahorrar parte de los 80.000 millones de euros en pérdidas de productividad de la UE que se asocian a la inhalación de aire tóxicos. Una dolencia que ya  posiciona como uno de los principales problemas de salud pública detectado en los Estados miembros por el alto volumen de enfermedades crónicas que causan.

Los tres objetivos que se pretenden conseguir con estos sensores son cuidar el medioambiente, proporcionar eficiencia enérgetica y mejorar la salud laboral.