Según el último informe temático del Observatorio para la Sostenibilidad en España (OSE), que analiza el estado y las tendencias de la biodiversidad en el país, los Parques Nacionales han sido elegidos por representar un tipo de condiciones ambientales en un espacio relativamente poco transformado.

Estas zonas, que deben tratar de reflejar la diversidad de flora y fauna españolas y asegurar su persistencia futura, demuestran que "los situados al norte y noroeste muestran disminuciones en las precipitaciones y aumentos en las temperaturas", ha señalado el investigador Jorge M. Lobo.

"El resto de los Parques Nacionales peninsulares podrían llegar a tener valores de precipitación y temperaturas similares a los que pueden encontrase actualmente en el norte de África", afirma el experto.

Según el informe, los cambios climáticos en estos parques "pueden llegar a ser tan drásticos que no quede ninguna superficie dentro de ellos con condiciones climáticas similares a las actualmente existentes".

Ese es el caso de Aigüestortes, Cabañeros, Monfragüe y Picos de Europa, pero prácticamente también de Doñana y Ordesa, en los que menos del 2% de su superficie poseería condiciones climáticas semejantes a las actuales.

MANTENER LO QUE TENEMOS
Por ello, Lobo recomienda que sería necesario conocer la ubicación de las áreas que serán climáticamente afines en el futuro y que poseen un grado de transformación pequeño, ya que serían las mejores candidatas para actuar como receptoras de las comunidades que actualmente habitan en cada reserva.

Ante este escenario, el informe apunta que aunque la delimitación de corredores y amplias zonas capaces de facilitar la conexión entre estos espacios es una tarea difícil de realizar, es fundamental hacerlo.

España cuenta con 14 de estos parques que suman más de 320.600 hectáreas, el 0,6% del territorio español, y que conforman la Red de Parques Nacionales, un sistema integrado de protección bajo la tutela del Estado que se creó a comienzos de los ochenta.