Estar en contacto con las plantas es una actividad placentera pero sobre todo altamente beneficiosa aunque la mayoría de las veces no seamos conscientes. Las plantas son tan necesarias que nuestra existencia depende de ellas. Desprenden oxígeno al tiempo que absorben el tan temido dióxido de carbono, uno de los principales gases que generan el efecto invernadero. El dióxido de carbono desencadena el calentamiento global, el deshielo de los polos y el aumento del nivel del mar, así que tenemos mucho que agradecerles.

Pero no acaban aquí sus bondades. Las plantas ayudan a controlar el clima y a construir y preservar el suelo con a sus raíces. Son una fuente de alimento y sirven para elaborar medicinas.

Si queremos poner nuestro granito de arena para reducir los efectos nocivos de la contaminación podemos animarnos y cultivar algunas plantas. Flores, arbustos, árboles, hierbas, lo que sea, no importa, pero hay que tener en cuenta que si elegimos especies autóctonas será mucho mejor, ya que resisten a nuestro clima y no precisan grandes cantidades de agua ni un abono especial. Hacer una ciudad verde es fácil y gratificante.