Mejorar el cuerpo humano a través de la tecnología. Ese es el objetivo de los ciborg (palabra de origen inglés que hace referencia al acrónimo “cyber organism”), personas o animales que tienen incorporados en sus cuerpos dispositivos cibernéticos controlados por la Inteligencia Artificial con el único objetivo de mejorarlos. Y, aunque parece algo muy reciente, el origen se enmarca a mediados del siglo pasado, en 1960, cuando un neurofisiólogo, Manfred E. Clynes, y una psicofarmacóloga, Nathan S. Kline, pusieron un nombre a lo que se estaba comenzando a desarrollar. Desde aquella época hasta nuestros días se ha abierto un abanico enorme de oportunidades para desarrollar proyectos e ideas que hasta ahora parecían inalcanzables. Se han roto barreras. Ahora se pueden implantar sensores para monitorizar movimientos, para “escuchar” la atmósfera, para percibir la contaminación del aire o los rayos ultravioletas. Neil Harbisson se convirtió, desde 2004, en la primera persona en el mundo reconocida como ciborg por un gobierno, y también fue la primera persona con una antena implantada en su cráneo. Los medios lo describen como “el primer artista ciborg de la historia por expresarse artísticamente a partir de un nuevo sentido creado de la unión constante entre su cerebro y la cibernética”.

Y ahora este hecho puede ser más común de lo que pensamos. Desde hace unos meses un dispositivo debajo de la piel podrá darnos acceso a abrir puertas o viajar en transportes. La compañía sueca Dsruptive vende cada mes cerca de 1.000 dispositivos con tecnología NFC (Near Field Communication, que hoy en día utilizan miles de tarjetas de crédito) para implantarlos en los cuerpos de las personas. Su función es para cumplir tres objetivos en concreto: viajar en diferentes medios de transporte, acceder a recintos o almacenar información privada. El dispositivo ilumina una luz LED cada vez que se activa y se configura a través de una aplicación del teléfono móvil. La única pega que hay hasta el momento es que el espacio de almacenamiento de este chip que se implanta en la piel es de unos 2.000 caracteres de información, que se pueden editar en cualquier momento. El CEO de la compañía ha afirmado que en el primer trimestre de 2020 se han enviado 1.000 unidades a Estados Unidos, 500 a Japón y otro medio centenar a Inglaterra.

Pero este no es el único avance en este sector. Elon Musk, director de Tesla y creador del chip Neuralink, ha hecho que reproducir música directamente en el cerebro sea una realidad. Actualmente está creando una interfaz cerebro-ordenador que controle los niveles hormonales de las personas para utilizarlos en nuestro beneficio. Musk afirma que está trabajando en algo similar a una máquina de coser donde un ordenador se conectará a nuestro cerebro a través de un chip con el fin último: que los seres humanos compitamos con la inteligencia artificial avanzada. A través de su cuenta de Twitter, el creador del chip Neuralink da pequeñas pinceladas sobre sus avances. Incluso ha estado buscando nuevos perfiles para sumarse a esta investigación “If you´re solved hard problems with phones / wearables (sealing, signal processing, inductive charging, power mgmt, etc), please consider working at enfineering@neuralink.com” [Si has resuelto problemas difíciles en teléfonos / dispositivos portátiles (sellado, procesamiento de señales, carga inductiva, administración de potencia, etc.), considere trabajar en enfineering@neuralink.com]. De momento, el chip Neuralink ya está siendo probado en animales a la par que se está programando ensayos en humanos para un futuro próximo. El día 28 de agosto, la empresa compartirá sus planes de forma oficial.

Está claro que la tecnología sigue avanzando y agranda el horizonte más allá de las propias funcionalidades de un teléfono inteligente. En un estudio que hizo el pasado año Línea Directa Aseguradora, “Y después de los smartphones, ¿qué? Ciudadano Cyborg”, concluía que el 20% de los españoles se muestra favorable a implantarse un chip en el cuerpo para disponer de forma inmediata con funciones propias del teléfono móvil con el objetivo de almacenar miles de datos (46%), tener una cámara de visión integrada (31%) y contar con un GPS incorporado (27%). Es cierto, que en el informe también se consideran las desventajas que podría acarrear tener un dispositivo electrónico insertado en la piel. Al 59% de los ciudadanos les preocupan las posibles consecuencias de tener un cuerpo extraño en el organismo, o ceder datos de tu vida personal a terceros (57%), o no poder desconectarte digitalmente (53%). Sin embargo, tampoco hay que olvidar que el tema de los microchips ha emergido durante esta pandemia. En marzo, Bill Gates contestó más de 30 preguntas sobre la pandemia y en una de ellas habló de ‘certificados digitales’. A partir de ahí surgió la teoría de que el magnate nos va a meter bajo la piel un pasaporte sanitario. Esta historia acabó por confirmarse que era un bulo, pero ¿y si ahora se pudiese convertir en una realidad dentro de unos años?