Hace cinco años, Bill Gates, cofundador de Microsoft y magnate de la tecnología, salió a un escenario a dar una de esas clases magistrales que apenas duran diez minutos. Empezó su explicación asegurando que la gran amenaza para la humanidad no era una guerra nuclear, “hoy el mayor riesgo de catástrofe global no se parece a esto –en la pantalla apareció un hongo nuclear–, pero sí puede ser así –en la imagen, el virus Influenza, muy parecido en su forma al coronavirus–. Si algo mata a más de 10 millones de personas en las próximas décadas es más probable que sea un virus altamente infeccioso en lugar de una guerra. No misiles, sino microbios (…) No estamos listos para la próxima epidemia”. Esa charla ha sido vista 34 millones de veces. Gates, igual que otras eminencias del campo científico, lo venían advirtiendo. Para suavizar sus palabras se permitió hacer una broma con la película ‘Contagio’ –film de 2011 y una de las más vistas durante esta pandemia del coronavirus–, asegurando que sus protagonistas eran los únicos expertos preparados para atajar una epidemia de gran calibre. Entonces propuso un sistema global de salud que estuviese preparado para una misión a escala planetaria. No pudo ser.

Pero con la llegada de la pandemia del coronavirus, las conspiranoias comenzaron a hacerse virales casi al mismo ritmo que los bulos, y una de las más compartidas fue esa que aseguraba que Bill Gates planeaba usar implantes con microchips para combatir la COVID-19. Según los difusores, el filántropo dueño de Microsoft había creado una ‘identidad digital universal', que especifica quién ha sido vacunado y quién no, quién se infectó y quién no. Las redes sociales ardieron a partir del 27 de marzo, miles de veces compartida la noticia en Facebook y Twitter. No sabemos si en un futuro existirán estos certificados digitales, lo que no es cierto es que Gates quiera implantar microchips y menos para el coronavirus.

El sistema de verificación de la agencia Reuters ha explicado con detalle por qué la historia de los implantes se convirtió en un bulo viral. El pasado 19 de marzo, Gates contestó 31 preguntas en su blog. La número 17 fue esta: “¿Qué cambios vamos a tener que hacer en la forma en que operan las empresas para mantener nuestra economía y proporcionar distanciamiento social?”. Gates respondió así: “La cuestión de qué empresas deberían continuar es complicada. Ciertamente, el suministro de alimentos y el sistema de salud. Todavía necesitamos agua, electricidad e internet. (…) Eventualmente, tendremos algunos certificados digitales para mostrar quién se recuperó o se hizo la prueba recientemente o cuándo tengamos una vacuna: quien la recibió”.

A partir de aquí algunas webs montaron una noticia bajo el título ‘Bill Gates usará implantes de microchip para controlar el coronavirus’, en la que explicaban que los certificados digitales se insertarían en nuestro cuerpo mediante ‘tatuajes de puntos cuánticos’, una tecnología que no tiene que ver con implantes ni con el coronavirus. Kevin McHugh el bioingeniero que ha desarollado estos 'tatuajes de punto cuántico' y que trabaja en una institución investigadora vinculada a la Fundación de Melinda y Bill Gates, explicó que esta tecnología se basa en un parche con microagujas que libera una vacuna. Las agujas se disuelven en dos minutos, administran los anticuerpos y dejan un patrón debajo de la piel, algo así como un código de barras con el registro médico. El proyecto está en fase de investigación.

Cuando Reuters preguntó a la Fundación de Bill Gates, sus responsables respondieron que la referencia a los ‘certificados digitales’ tiene que ver con los esfuerzos “para crear una plataforma digital de código abierto con el objetivo de ampliar el acceso a pruebas seguras en el hogar”. Al mismo tiempo, IBM ha descrito el certificado digital como un ‘documento electrónico’ usado para identificar a un individuo y asociar la identidad con una clave pública. Sería algo parecido a un carnet de conducir o un pasaporte.

Es un un bulo más de cientos que se expanden cada semana. Por otro lado, un centenar de médicos y sanitarios han remitido una carta a los responsables de YouTube, Google, Twitter y Facebook denunciando el peligro que suponen los bulos y exigiendo responsabilidad a las grandes corporaciones tecnológicas para frenar la difusión de desinformación sobre el coronavirus.