Existe una imagen icónica del sumun de los malos modales con el móvil. La dejó impresa en la puerta de un club de boxeo de Bristol (UK) el artista conocido internacionalmente como Banksy. Para denunciar el enganche de los jóvenes con los teléfonos, colocó allí la plantilla ‘Los amantes del móvil’, donde aparecía un chico y una chica a punto de besarse mientras cada uno de ellos miraba su teléfono por detrás de la espalda del otro. El grafiti, que se vendió por más de medio millón de euros y que permitió que el club deportivo se salvase de la bancarrota, impacta. Ni el amor se salva de nuestra del resplandor de la pantalla.

Cuando sales de casa, te puedes olvidar las llaves, la cartera, el cargador pero nunca el móvil. Así andamos, mirando el teléfono más de 150 veces al día y usándolo entre 700 y 1.400 horas al año. Desbloqueamos un iphone unas 80 veces cada día y un Android alrededor de 110, según datos de Apple de 2016. Además, un estudio desarrollado en la Universidad de Málaga afirma que el uso del smartphone está generando cambios en la posición física del dedo pulgar que afectará a la propia evolución futura del ser humano. Por no hablar del síndrome del cuello roto.

Ya que vamos a seguir con el móvil de por vida, no estaría mal reducir daños en el comportamiento social vinculado con el teléfono. Se están creando hasta términos que tienen que ver con los malos modales, como el phubbing: acto de menospreciar a la persona que nos acompaña para prestar más atención al teléfono. Hablemos hoy de los tecno-modales, actitudes que crean un equilibrio entre la utilización del smartphone y el respeto a los demás.

1. En silencio se vive mejor.

En silencio se vive mejor.
En silencio se vive mejor. | Prodigioso Volcán

Es la primera regla de oro de las personas educadas. Si no hay una causa de fuerza mayor, cuando entres en el autobús o el metro, viajes en tren, acudas a un hospital o vayas al cine, acuérdate de poner tu aparato en silencio antes de cruzar la puerta. Vivimos en sociedad, en la realidad de la inmediatez y las prisas, y debemos contribuir a no molestar al prójimo. Por no hablar de cenas o reuniones con amigos o familiares. La cuestión ya no es dejarlo en silencio o boca abajo. Lo ideal es que lo guardes en el bolsillo o la mochila, mejor apagado. No hay nada más bonito que disfrutar de una conversación, escuchar y hacer aportaciones sin que suenen notificaciones, se encienda la luz de la pantalla o vibre el teléfono.

2. Estar a todo es imposible.

Estar a todo es imposible.
Estar a todo es imposible. | Prodigioso Volcán

Cuántas veces te ha pasado que estás hablando con alguien y de repente saca el móvil para revisar algo: “sigue, que te escucho”. De repente se crea una atmósfera incómoda en la que no sabes si continuar con tu relato, callarte porque tu conversación aburre, o esperar a que tu acompañante termine de revisar sus temas urgentes. No se pueden realizar dos tareas al mismo tiempo. O escuchas, o lees, o atiendes (o no atiendes).

3. Inmortalizar todo no te hará inmortal.

Inmortalizar todo no te hará inmortal.
Inmortalizar todo no te hará inmortal. | Prodigioso Volcán

Estás en un restaurante, llegan vuestros platos con comida y tu acompañante decide inmortalizar el momento. Sí, es muy bonito ver en tu galería lo que comisteis aquel día, cómo estaba emplatada la comida o cuál era el ambiente. Pero no hace falta que hagas un álbum de cada plato. No obstaculices el servicio de mesa y tampoco distraigas la conversación. Es el momento de poner los cinco sentidos en los alimentos.

4. Pon límite a las redes sociales.

Pon límite a las redes sociales.
Pon límite a las redes sociales. | Prodigioso Volcán

Las redes sociales han sido esenciales durante el confinamiento. Está bien informar sobre lo que haces, sobre lo que te gusta, dónde estás y cómo estás. Además de crear un mundo irreal, hay aspectos de la vida que no se pueden compartir. Deja el móvil y disfruta de tu momento en la 'nueva normalidad'. La desconexión está bien. Ahora en numerosas redes sociales tienes la opción de poner un temporizador que limite el tiempo que estás en ella.

5. Los gritos te ponen en evidencia.

Los gritos te ponen en evidencia.
Los gritos te ponen en evidencia. | Prodigioso Volcán

Seguro que no es la primera vez que estás en un espacio público y hay alguien gritando con su móvil como si fuese el único humano en el planeta. Cuando hablamos por teléfono lo hacemos con un volumen de voz tres veces más fuerte del que utilizamos en la vida real. Al no utilizar el teléfono en un lugar fijo, tenemos la tendencia natural a aumentar el volumen de nuestra conversación. Acuérdate de que estás rodeado de personas y seguramente a nadie le interese lo que estás hablando.

6. Deja ver el escenario.

Deja ver el escenario.
Deja ver el escenario. | Prodigioso Volcán

En la ‘nueva normalidad’ no se habla tanto de conciertos y festivales de música. El mundo de los espectáculos en directo ha vuelto a arrancar. ¿Quién no disfruta de una buena actuación de su banda favorita? No pasa nada porque saques el teléfono y te lleves una foto de recuerdo de aquella noche, pero no es nada agradable estar medio concierto grabando canciones con tu cámara o sacando el teléfono en cada canción. Es molesto para el ritual de la música ver cientos de móviles en ristre y cientos de pantalla lanzando un destello lumínico que cansa.

7. Carpe diem.

'Carpe diem'.
'Carpe diem'. | Prodigioso Volcán

En 2016 la industria cinematográfica comenzó a plantearse crear salas exclusivas para quienes querían utilizar el móvil mientras veían una película. En aquel momento, el CEO de la cadena de cines norteamericana AMS Entertainment planteó en una entrevista a Variety cómo incrementar la afluencia de los más jóvenes a las salas de cine: “Necesitamos reformar nuestro producto en algunos aspectos para que los 'millenials' vayan a los cines con el mismo grado de intensidad que los 'baby-boomers' iban al teatro. Cuando pides a una persona de 22 años que apague el teléfono para que no te estropee la película, esa persona escucha que le pides que se corte el brazo a la altura del codo”. Aunque no molestes al resto de espectadores –a veces sí por la luz de tu pantalla–, mirar el teléfono en tu regazo o medio tapándolo con la mano no provoca ningún beneficio. Solo resta concentración y dice muy poco de tu amor al cine.

8. Tu jornada laboral tiene horarios.

Tu jornada laboral tiene horarios.
Tu jornada laboral tiene horarios. | Prodigioso Volcán

“Ay, espera. Tengo que mandar este email de última hora”, “me acaba de llegar un mensaje del jefe y le tengo que contestar”... No hay reglas escritas para el uso de la tecnología en tu puesto de trabajo, pero sí hay cánones no formales de protocolo. El uso privado del móvil debe tener unas limitaciones en el mundo laboral, debe estar en modo silencio. Si esperas una llamada importante durante una reunión, informa con antelación. No cuesta nada. También lo apropiado es que tus superiores no te envíen mensajes de texto o emails fuera de tu horario laboral.

9. Sin teléfono hay paraíso.

Sin teléfono hay paraíso.
Sin teléfono hay paraíso. | Prodigioso Volcán

Cada vez son más los estudios que admiten que usar aparatos electrónicos antes de dormir no ayuda a conciliar el sueño. Los tonos de las pantallas también afectan negativamente a nuestro descanso ya que su luz disminuye los niveles de la hormona reguladora del sueño, la melatonina. Además, si duermes con una persona al lado, puede ser irrespetuoso que estés utilizando el móvil mientras la otra quiere dormir. Es una desconsideración.

10. Ojo a los auriculares.

Ojo a los auriculares.
Ojo a los auriculares. | Prodigioso Volcán

Las personas que tienes a tu alrededor no tienen por qué estar escuchando tu última lista de reproducción musical o ese audio de 15 minutos que te acaban de enviar. Ponte auriculares en los lugares públicos y guárdalos cuando interactúes con otras personas. Súmate a la conversación o contesta cuando te pregunten.

Todos los mandamientos de los tecno-modales se resumen en dos: domestica a tu smartphone como a ti mismo y olvídate del móvil un ratito y verás qué bien. Ah, cuando vayas a besar con ganas, que tus manos estén libres. Concéntrate en lo que haces o quedarás como un idiota.