Sin embargo, en el primer gran test tras la pandemia, este verano, las cifras han sido muy prometedoras. Calificar de “positivo” que 191 personas hayan perdido la vida en las carreteras sería de una enorme falta de sensibilidad.

Que 191 personas mueran no puede ser un buen dato. Pero hay que ponerlo en contexto, y en los dos años anteriores, condicionados por la pandemia, los fallecidos en carretera a las 24 horas fueron 202 (2020) y 215 (2019). Y en 2018 fueron 260.

Como siempre, en el mundo de la seguridad vial no hay que mirar la foto fija, sino la tendencia. Y en ese caso, diez años atrás, las víctimas mortales de accidentes de tráfico en carretera eran 324. Y en el año 2.000 fueron 904.

Del año 2000 a la actualidad, pese a un parque móvil muy superior, las víctimas se han reducido a menos de la cuarta parte.

Es una realidad que 191 siguen siendo muchísimas vidas. 191 familias destrozadas en 178 accidentes mortales. La visión “0 víctimas en 2020” se nos ha quedado a todos pequeña y habrá que seguir mejorando año a año.

Un último apunte sobre las cifras de este verano: bajaron los accidentes de los usuarios vulnerables. Las motos han reducido su siniestralidad en un ¡30%! Y también han fallecido cuatro ciclistas menos. La cruz de la moneda son los peatones , nueve atropellos más que en 2019.