En condiciones normales se recomienda usar el freno en su justa medida, con suavidad y la presión necesarias, ni más ni menos. Una conducción tranquila y equilibrada evita la sobrecarga del sistema y hace que la marcha sea más segura y cómoda. Lo contrario, abusar del freno, acelera el desgaste de las pastillas y los discos.
Además, las frenadas bruscas aumentan el consumo entre dos y cuatro litros más cada 100 kilómetros. A largo plazo, nuestro estilo de conducción determinará la vida útil de nuestro vehículo.
Estas son las siete situaciones en las que pondremos a prueba si sabemos usar correctamente el freno.
Detenciones
Cuando nos aproximamos a un semáforo en rojo, una señal de Stop, un paso señalizado con peatones cruzando o nos encontramos con un atasco debemos detener nuestro vehículo. En estas situaciones es importante anticiparse y utilizar el freno de forma correcta. Debemos adaptar nuestra velocidad y dejar de acelerar en la marcha más larga posible, pisaremos el pedal de freno cada vez de forma más intensa.
Curvas
Hay dos puntos clave para afrontar una curva con seguridad: la velocidad y la dirección. Se recomienda llegar a una velocidad adecuada a su abordaje, porque si lo hacemos demasiado rápido tendremos que frenar dentro de la misma y es muy probable que el vehículo se salga de la vía.
Autovías y autopistas
En la salida de una autopista o autovía es fundamental tomar el carril de deceleración desde su inicio y empezar a pisar el freno cuando nos encontremos dentro del mismo hasta conseguir una velocidad adecuada a las circunstancias como una curva cerrada, una señal de Stop o un semáforo.
Sin distancia de seguridad
En las frenadas en cadena se produce el conocido 'efecto acordeón': si no dejamos la distancia adecuada entre vehículos podría producirse uno o varios alcances. Por eso, los conductores que circulan demasiado cerca provocan un enorme riesgo.
En una situación así, debemos usar la luz de freno para avisar del peligro al conductor de detrás.
Intersecciones
La aproximación a un cruce o una glorieta también requiere que adaptemos nuestra velocidad con anterioridad y señalicemos nuestra intención de girar. Solo cuando sea seguro maniobrar, empezaremos a reducir la velocidad: presionando el pedal de freno, aumentando progresivamente la intensidad.
Frenada de emergencia
El pedal de freno es el más asistido por las ayudas a la conducción. Una de ellas es el sistema de frenado de emergencia autónomo, capaz de actuar sobre los frenos detener el vehículo si se va a producir una colisión.
Cuando una situación de peligro nos sorprende al volante es necesario saber reaccionar de forma correcta. Así, debemos pisar el freno a fondo aunque sintamos la vibración del sistema ABS sobre el pedal.
Pendientes
En las carreteras de montaña suele haber tramos más estrechos y empinados que exigen máxima concentración al volante. Para bajar un puerto de montaña, por ejemplo, es clave saber adaptar la velocidad con el uso moderado del freno.
Además, es importante tener en cuenta que frenar en exceso cuando bajamos un puerto de montaña puede sobrecargar el sistema de frenado y provocar la pérdida de eficacia por calentamiento, especialmente en el eje delantero y hacernos salir de la curva. Por último, acelerar en exceso exige frenadas fuertes, desgasta los frenos y dispara el consumo.