El pasado miércoles culminaba la primera fase de la expedición Malaspina que a bordo del buque Hespérides y, contando con la presencia del español Carlos Duarte, profesor del Centro Español para la Investigación Científica, estudia cómo influye el cambio climático en el equilibrio marino y viceversa.

Estudios como estos ven la luz un día sí y otro también y nos recuerdan que el tiempo de negar la evidencia ha terminado. El cambio climático es hoy más real que nunca, sus impactos se sienten ya en todo el mundo y no sólo son evidentes para la comunidad científica, cada uno de nosotros puede ser testigo de los efectos de la crisis climática en los ecosistemas cercanos o el sectores productivos autóctonos.

Es momento de actuar y la comunidad internacional reunida el mes pasado en Cancún lo sabía. La cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático no podía terminar con un fracaso o con un acuerdo vacío de contenido porque no sólo estaba en juego el clima sino la credibilidad de un sistema internacional que es el único desde el que puede ponerse freno a esta crisis mundial. Y esta presión fue la que, en los últimos días u horas, marcó la diferencia. La comunidad internacional, reunida en Cancún, se puso de acuerdo sobre:

1) La necesidad de detener el calentamiento global tan lejos como sea posible de los 2ºC e incluso revisar este límite para fijarlo en 1,5º C si se considera necesario a la luz de los datos científicos más recientes.

2) Aumentar los compromisos de reducción de emisiones presentados hasta la fecha hasta un 30%, para alinearlos con las recomendaciones científicas. Tal y como solicitó Hazte Eco en su momento.

3) Establecer un fondo climático internacional que gestione los fondos que hay que destinar a la lucha internacional contra el cambio climático y explorar fuentes innovadoras de financiación para nutrirlo.

4) Establecer un mecanismo para reducir las emisiones derivadas de la deforestación.

Todos estos elementos son las bases del acuerdo que debe detener el cambio climático y, para poder firmarlo en la próxima cumbre climática internacional que se celebrará en Durban, Sudáfrica, a finales de año, hay que trabajar duro durante 2011, no sólo a nivel internacional sino en términos de coherencia en las políticas energéticas nacionales.

Estudios científicos, como los mencionados anteriormente, acreditan la certeza y gravedad del cambio climático. Sólo falta la voluntad política de hacerlo. Por el clima, pero también por la economía, cada vez son más los organismos y empresas que le piden a la UE que asuma un compromiso unilateral de reducción de emisiones del 30% para 2020 y que avance hacia un sistema eléctrico 100% renovable en 2050.