El rugido del tigre vuelve a sentirse en la India. Hace menos de diez años, en 2006, el tigre de Bengala luchaba por escapar de las garras de un enemigo nada imaginario: los cazadores furtivos.
El censo se repitió en 2010 reflejando un incremento de unos 300 tigres, un 20 % más, y el último, difundido esta semana, ha revelado un aumento en unos 500 animales, un 30,5 % más hasta alcanzar los 2.226.
"No han sido las garras las que han devuelto a los tigres su espacio, sino una importante inversión de recursos del Gobierno de la India a través del Proyecto Tigre".
Este programa, iniciado en 1973, canalizó solo en el último año 24,6 millones de euros (27,5 millones de dólares) para garantizar una “gran protección” en las 47 reservas del felino en el país, indicó a Efe Prakash Yadav, responsable de la Autoridad Nacional para la Conservación del Tigre.
El programa de conservación incluye patrullas contra los cazadores ilegales, pero a pesar de todo las asociaciones conservacionistas consideran que su formación y medios son escasos para luchar contra furtivos que suelen ir fuertemente armados.
Los datos de esta actividad ilegal son pocos y muchos casos nunca se llegan a conocer, pero la Sociedad para la Protección de la Vida Salvaje en la India (WPSI, en inglés) estima que al menos 923 tigres fueron abatidos ilegalmente entre 1994 y 2010.
Pero los datos del último censo animan, y mucho, ya que la población india crece en un momento en que “en el resto de países el felino experimenta un declive”, aseguró Yadav.
Los tigres indios representan prácticamente la mitad de los cerca de 4.500 de su especie estimados en toda Asia, el continente donde vive este mamífero en un área que va de norte a sur desde Siberia a Indonesia y de este a oeste de China a India.
El manejo del hábitat "con criterios estrictamente científicos” es solo una parte de un programa de conservación "integral, que no solo protege al tigre, sino a todo su entorno e incluso genera servicios y empleo para las comunidades locales" que conviven con el animal, añadió.
Sin embargo, este éxito conlleva a su vez un nuevo reto, ya que la expansión de la especie plantea la necesidad de protegerla también fuera de las reservas, donde el mamífero queda a merced de una lacra que el programa no ha logrado erradicar: el furtivismo.
La Autoridad Nacional que gestiona este plan tiene previsto crear tres nuevos espacios protegidos y ampliar varios de los existentes.