Recientemente, la experta Michelle Galán ha publicado en Sustanaible Brands un artículo en el que proponía tomar algunas sencillas medidas "para ver con menos miedo la factura, haciendo que el consumo sea más eficiente".

Para promover una campaña dirigida a ahorrar energía en los hogares del Reino Unido, lo primero fue entrevistar a 2.000 personas sobre sus costumbres energéticas. Los resultados son los "pecados energéticos",  gastos que hacemos tontamente, y sin que nos aproveche para nada:

-El 45% de los encuestados solía dejar la tele en “stand by” en lugar de apagarla por la noche;

-El 43% pone el agua de la lavadora a más de 30ºC;

-El 36% solía dejar luces encendidas en habitaciones que no estaba usando nadie;

-El 10% deja abiertas puertas o ventanas mientras la calefacción está encendida. Quizá esto sea lo más asombroso.

Uno de los motivos para que los usuarios no dieran importancia a estos “pecadillos” era que subestimaban el ahorro que suponía dejar de cometerlos.

-El 82% de los encuestados pensaba que, al bajar un grado la temperatura de la casa en invierno, sólo ahorraría unas 25 libras (30 euros) al año, cuando en realidad el ahorro es de más de 75 libras (95 euros).

-El 60% de los usuarios cree que cambiar las bombillas normales a LED les supondría ahorrar 100 libras anuales (127 euros), cuando en realidad el ahorro es tres veces más (380 euros).

Es decir: ahora el trabajo es trasladar a los usuarios el beneficio económico que les va a suponer mejorar su conducta energética. Piensen en cuánto pueden hacer con ese ahorro como familia: un capricho, un viaje, un regalo... Pero ¿y colectivamente?

El estudio, hecho en el Reino Unido, asegura que si todos los hogares bajaran sólo un grado el termostato de la calefación, el ahorro sería de 750 millones de libras (más de 950 millones de euros) al año. Y se dejarían de emitir a la atmósfera los gases equivalentes a un millón de automóviles en la calle.

En definitiva, merece la pena intentarlo, ¿no os parece?