Bajo la garantía de estas etiquetas pueden esconderse prendas elaboradas con menos matería prima orgánica de la deseable e incluso mediante un proceso de transformación muy poco respetuoso con nuestro planeta.

La prenda es resultado de un entramado complejo. El primer paso lo dan las entidades que crean un sello y, para poder contar con él, deben respetarse unas normas establecidas por ellas mismas.

Luego toca la intervención de las certificadoras, regidas por las normas ISO, a las que las creadoras de sello delegan el papel de supervisar si los productores de textil, siguen las pautas establecidas.

Los sellos ecológicos
Natur Textil es una normativa de la Asociación Internacional de la Industria Textil Natural (IVN), entidad que también ha participado en la creación de Global Organic Textil Standard (GOTS). Son normas privadas europeas y las más estrictas de dicho ámbito.  La normativa estadounidense Organic Exchange (OE) y GOTS son las más comunes, aunque la segunda cada vez se demanda más que la primera.

Las tres normativas son muy parecidas. Todas regulan el carácter ecológico de la materia prima, además de aseguran que se cumplan determinados criterios criterios respetuosos con el medio ambiente y de carácter social, tales como la seguridad del trabajador o la no explotación infantil, según cada caso. Asimismo, GOTS y Natur Textil también incluyen una serie de requisitos ecológicos durante todas las fases de transformación del producto hasta su distribución incluida.

Los sellos "OE 100" (Organic Exchange) y "Orgánico" (GOTS) significan que un 95 % de las fibras de la materia prima de la prenda en cuestión, son de origen ecológico. Según la normativa estadounidense, el 5 % restante no podrán ser fibras de algodón, de modo que asegura su procedencia 100 % orgánica, dado que la OE sólo regula este cultivo.

Las dos normativas anteriores cuentan con sellos menos rigurosos que indican el porcentaje de fibras ecológicas usadas. Dicha cantidad no será menos del 70 % en el caso de GOTS. No obstante el sello "OE Blended 100", con el contenido exacto especificado, podrá otorgarse a prendas que incluyan un mínimo del 5% de fibras ecológicas.

El sello más estricto es  "Naturtextil IVN Certified", si bien asegura que el 100 % de las fibras son orgánicas. La asociación que desarrolló la normativa también creó otra dedicada a las prendas de cuero, cuyo sello es "NaturLeader IVN certified" y controla, desde el animal del que se extrae la piel -no podrán ser salvajes o protegidos- hasta los residuos posteriores.

Regulación materia prima
Las normativas certificadoras de textil ecológico no regulan el cultivo o crianza de su materia prima porque en este caso, sí existe regulación oficial. En el caso de las plantas, se aplica la normativa europea sobre agricultura ecológica.

En España, son las comunidades autónomas, las encargadas de controlar el cumplimiento de los requisitos.
La normativa aplicada se encarga de certificar los cultivos ecológicos no transformados y se centra en la producción, elaboración y etiquetado. Controla los productos y técnicas que se usan durante el cultivo, además de otros aspectos como la gestión de los residuos ganaderos. Sin embargo, no especifica nada sobre otras cuestiones de protección del medio ambiente, ni aspectos sociales. Es decir, la agricultura ecológica, a pesar de prohibir numerosos productos químicos y fitosanitarios, además ciertas técnicas agrícolas, permite el uso de tractores o máquinas, que consumen combustibles fósiles y producen gases nocivos, perjudiciales para el medio ambiente.

En definitiva, por ahora no existe regulación oficial que acredite el carácter ecológico de la ropa calificada como tal. Son un conjunto de normas y empresas certificadoras, cada cual con sus propios requisitos, las encargadas de dicho fin. 

Sin embargo, el consumidor medio, al encontrarse con etiquetas verdes colgando de la ropa, puede creer que se ha producido sin afectar de forma negativa al medio ambiente. No obstante, es probable que en su elaboración haya participado un tractor o una fábrica con un sistema de producción poco respetuosa con nuestro planeta.