Esta enfermedad degenerativa, que no tiene actualmente de una cura definitiva, se caracteriza por la pérdida de visión periférica y, en ocasiones, también central, debido al daño progresivo que se produce en el nervio óptico. En España hay un millón de personas sufren esta enfermedad oftalmológica y, de ellas, 500.000 no saben que la padecen.

"Es cierto que hay otras variantes del glaucoma que sí son percibidas por el paciente en etapas iniciales a través de visión borrosa o dolor, pero lo más frecuente es que curse sin síntomas", ha explicado el experto en glaucoma del Servicio de Oftalmología del Hospital Sanitas CIMA, Jesús Téllez Vázquez.

Aunque es una enfermedad tradicionalmente asociada a la vejez, según datos de la asociación, tan solo un 12% de los mayores de 70 años la padece.

Además, y como suele suceder en esta franja de edad, la degeneración es más lenta en ellos y el paciente no suele quedarse ciego. Por su parte, dos segmentos de edad aglutinan las mayores complicaciones de esta patología. Por un lado, el glaucoma en la gente joven, que generalmente suele ser muy agresivo y avanza con gran rapidez. Y por otro, la franja en la que se suele producir el diagnóstico más frecuente, que es en ciudadanos entre los 50-60 años. En ambos casos es necesario gestionar correctamente la enfermedad para evitar los problemas visuales graves y lograr que la enfermedad evolucione lo más lentamente posible.

Existen multitud de factores de riesgo que afectan a esta dolencia, como la edad, la raza, el grosor de la córnea, los antecedentes familiares o la existencia de miopía. Pero de ellos, el único factor sobre el que se puede actuar es la presión intraocular.

"Para conseguir detener o ralentizar el avance es preciso establecer un valor para la Presión Intraocular Objetivo de cada paciente. Este valor de la presión intraocular es el que debemos tratar de obtener para detener la progresión de la enfermedad", ha informado el oftalmólogo del Hospital Sanitas CIMA. Por su parte, la presidenta de AGAF, Delfina Balonga, ha añadido que "no hay que bajar la guardia, es fundamental saber que existen varios tipos de glaucoma y que la degeneración visual es más lenta en algunos pero, en otros, es más agresiva y rápida. Puede ir a mayor o menor velocidad, pero en muchos casos el resultado es la discapacidad visual".

La detección temprana es una de las claves para retrasar el daño que produce esta enfermedad. Para realizar un correcto diagnóstico, es necesario estudiar la forma y color del nervio óptico, el campo visual completo, el espesor corneal y, sobre todo, medir la presión intraocular.

Por ello, la AGAF, señala la importancia de realizar una exploración oftalmológica una vez al año a partir de los 45 años. En ningún caso el paciente recupera la visión perdida, pero un diagnóstico precoz evita daños adicionales y puede frenar su desarrollo.

En este sentido, la recomendación generalizada es que las personas mayores de 40 años deben visitar al oftalmólogo cada 2 años, y, si presentan riesgos asociados, como hipertensión ocular o glaucoma familiar, la revisión debería ser cada año. "Una vez que la patología se ha manifestado, ya no podemos recuperar el terreno perdido, pero sí podemos detener el proceso.

Por este motivo el diagnóstico preventivo es el factor clave", ha resaltado el doctor Téllez Vázquez. Así, tras realizar el diagnóstico es fundamental realizar las revisiones pertinentes y seguir todas las indicaciones de los médicos para poder gestionar de la mejor forma posible esta patología. Los tratamientos que se utilizan en esta enfermedad van desde la aplicación de colirios hasta la intervención quirúrgica.

En cuanto al tratamiento, según ha detallado el especialista, hay distintas opciones, como el empleo de colirios, la colocación de válvulas especiales, el tratamiento con láser Argón y otros abordajes para casos más complejos, como la cirugía.