En los últimos años, se ha observado un incremento en el número de casos de este tipo de tumor que aglutina a más de 120 tipos en el sistema nervioso, debido, principalmente, a la mejora de las técnicas de imagen y al progresivo envejecimiento de la población.

La edad de aparición de los tumores cerebrales presenta un pico en la edad pediátrica, pero también un aumento en la edad de adultos, que llega a alcanzar su máximo de incidencia entre la sexta y la séptima década de la vida.

En la actualidad, se estima que en España una 20.000 personas padecen algún tipo de tumor cerebral, clasificado como un tumor primario (originado en el cerebro) o como un tumor metastásico (originado en otras partes del cuerpo).

Durante la edad pediátrica, los tumores cerebrales son el segundo tipo de cáncer más detectado después de la leucemia, lo que supone un 15% de los diagnosticados en niños, y a la vez un 2% de todos los cánceres diagnosticados en adultos.

Entre los síntomas más frecuentes que se asocian a un tumor cerebral, se encuentran los trastornos del comportamiento, crisis epilépticas, vómitos, alteraciones visuales, fiebre, así como fatiga o dolores de cabeza. Además, el 80% de las personas presentarán disfunción cognitiva, el 78% disfunción motora y el 37% disfunción en el control de esfínteres.

Estos síntomas asociados al cáncer cerebral dependen de la localización del tumor y de la posible inflamación del mismo, pero otros están relacionados con los efectos secundarios de la neurología, la quimioterapia, la radiación u otros fármacos empleados en su tratamiento, lo que repercutirá en la autonomía y calidad de vida de la persona que lo sufre.

La tasa de curación de algunos tipos de tumores cerebrales llega a ser del 90%, pero desde la SEN se recuerda que el objetivo del tratamiento de los tumores cerebrales no sólo debe buscar el control de la enfermedad, sino que se debe intentar conseguir que las personas que los padecen puedan obtener mejor calidad de vida posible controlando adecuadamente los síntomas.

Por esta razón, es muy frecuente que personas con tumores cerebrales presenten múltiples síntomas neurológicos y complicaciones sistémicas, para lo cual deben ser tratados y reconocidos de forma adecuada.

Los estudios apoyan más la neurorrehabilitación

Las últimas investigaciones apuntan que el 80% de las personas que sufren este tipo de cáncer requieren neurorehabilitación, puesto que es muy común que vayan a desarrollar dificultades en el movimiento en la orientación espacial, apraxia, déficits sensorial, en el equilibrio o en la coordinación.

Y es que, tradicionalmente, a estas personas se les ha excluido de los servicios de rehabilitación a pesar de que, cuando se habla de cáncer en general, se estima que el ejercicio terapéutico tanto tras el diagnóstico como la posterior supervivencia libre de enfermedad reduce la mortalidad un 59%.

Las personas con cáncer cerebral presentan unos niveles de actividad bajos respecto a las recomendaciones del Consenso Internacional Multidisciplinar sobre Ejercicio en Supervivientes de Cáncer de 2019, a pesar de que los estudios científicos apoyan cada vez más la neurorrehabilitación que trata el deterioro funcional y/o la disfunción relacionada con los tratamientos oncológicos.

De este modo, la Neurorrehabilitación en general y la Neurofisioterapia en particular, se deben centrar en prevenir complicaciones, así como mejorar esas disfunciones motoras que permitan preservar o mejorar la calidad de vida.

La Neurofisioterapia, a través del ejercicio terapéutico, tratará aquellas complicaciones derivadas de una posible menor movilidad, se prevendrán caídas por el desacondicionamiento y/o los déficits de equilibrio, se incidirá sobre el dolor, se trabajará para disminuir la fatiga y se enseñarán estrategias de movimiento compensatorias.

Junto con el resto de agentes del equipo de Neurorrehabilitación, la Neurofisioterapia deberá adaptarse a las condiciones de la persona, su familia, y su entorno particular con el fin de planificar los objetivos terapéuticos. Y, para eso, es necesaria una atención multidisciplinar y una derivación eficaz aun cuando se está al inicio del proceso y tras el diagnóstico.