Investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard (Estados Unidos) creen haber encontrado el desencadenante molecular original que inicia una cascada que culmina en el desarrollo de tumores de mama en un subconjunto de cánceres de mama impulsados por estrógenos.

Señalan que hasta un tercio de los casos de cáncer de mama podrían surgir a través del mecanismo recién identificado y que la hormona sexual estrógeno es la culpable de esta disfunción molecular porque altera directamente el ADN de una célula.

El papel del estrógeno en el cáncer de mama es como catalizador del crecimiento del cáncer porque estimula la división y proliferación del tejido mamario, un proceso que conlleva el riesgo de mutaciones cancerígenas.

Este nuevo trabajo demuestra, sin embargo, que el estrógeno causa estragos de una forma más directa siendo a la vez catalizador y causa porque incluye reordenamientos genómicos que conducen al cáncer. Un descubrimiento que podría servir de base para el diseño de pruebas de seguimiento de la respuesta al tratamiento y ayudar a los médicos a detectar la reaparición de tumores en pacientes con antecedentes.

El cuerpo humano está formado por cientos de billones de células que se dividen y se replican constantemente, un proceso que mantiene la función de los órganos día tras día, durante toda la vida. Con cada división, una célula hace una copia de sus cromosomas en una nueva célula pero, a veces este proceso se tuerce y el ADN puede romperse, aunque en la mayoría de los casos son reparadas rápidamente por la maquinaria molecular.

Así, muchos cánceres humanos surgen justo cuando la reparación del ADN roto se estropea, provocando que los cromosomas queden mal colocados o revueltos dentro de una célula y que los cromosomas se reordenen y despierten genes cancerígenos latentes que pueden desencadenar el crecimiento tumoral.

Cuando se rompe un cromosoma y se fabrica una segunda copia del cromosoma roto antes de que se repare la rotura puede producirse una alteración cromosómica. Esto acaba siendo un intento de reparación chapucero donde la nueva estructura resultante es un cromosoma deforme y disfuncional.

En la siguiente división celular, el cromosoma se estira entre las dos células hijas emergentes y el puente cromosómico se rompe, dejando fragmentos destrozados que contienen genes cancerígenos que se multiplican y se activan, lo que da lugar a ciertos cánceres humanos, incluido el de mama.

Esta aberración en muestras tumorales se puede identificar mediante secuenciación genómica, sin embargo, una parte de los casos de cáncer de mama no presentan este patrón mutacional, lo que plantea cuál es la causa de estos tumores.

Estos casos intrigan a los autores principales de este estudio, Jake Lee y Peter Park que, en busca de respuestas, analizaron los genomas de 780 cánceres de mama obtenidos de pacientes diagnosticados con la enfermedad, esperando encontrar la clásica desorganización cromosómica en la mayoría de las muestras tumorales.

Sin embargo, muchas de las células tumorales no presentaban rastro alguno de este patrón molecular clásico y, en lugar de este, vieron que dos cromosomas se habían fusionado sospechosamente cerca de los puntos calientes donde se localizan los genes del cáncer. Estos cromosomas reordenados habían formado puentes, salvo que en este caso el puente contenía dos cromosomas diferentes.

El estrógeno estimula el crecimiento del cáncer de mama al favorecer la proliferación de las células mamarias, pero las nuevas observaciones arrojaron una luz diferente sobre esta hormona, demostrando que el estrógeno es un personaje más central en la génesis del cáncer porque altera directamente el modo en que las células reparan su ADN.

Estos hallazgos sugieren que los fármacos supresores de estrógenos, como el tamoxifeno, actúa de manera más directa que la simple reducción de la proliferación de las células mamarias y pueden impedir que el estrógeno inicie reordenamientos genómicos cancerígenos en las células, además de suprimir la proliferación celular mamaria.

El estudio podría mejorar las pruebas de detección del cáncer de mama, como por ejemplo la detección de la huella genómica del reordenamiento cromosómico que alerta a los oncólogos de que la enfermedad de una paciente está reapareciendo.

Además, el trabajo subraya el valor de la secuenciación del ADN y el análisis minucioso de los datos para profundizar en la biología del desarrollo del cáncer. Un avance que empezó como una simple observación, pero que puede resultar una pieza clave para resolver el rompecabezas del cáncer de mama, donde todos los patrones tienen sentido a la luz del nuevo modelo.