Los datos recogidos entre marzo y junio de este año demuestran que el 90% de todos los estados sufrieron una interrupción de sus servicios de salud. Los territorios con ingresos bajos y medios fueron los que se encontraron con más dificultades.

La mayoría de los países suspendieron numerosos servicios rutinarios y los estados de ingresos más bajos, incluso, tuvieron que realizar interrupciones de alto riesgo en los cuidados críticos como la detección y el tratamiento del cáncer o el tratamiento del VIH.

Según el informe, los países sufrieron un promedio de interrupciones en el 50% de un conjunto de 25 servicios.

Las áreas más interrumpidas fueron el diagnóstico y tratamiento de enfermedades no transmisibles (69%), planificación familiar y anticoncepción (68%), tratamiento de trastornos de salud mental (61%), diagnóstico y tratamiento del cáncer (55%),

"Incluso los sistemas de salud más sólidos pueden verse rápidamente desbordados por un brote de Covid-19, lo que refuerza la necesidad de recopilar datos y buscar adaptaciones estratégicas para garantizar el mantenimiento de la prestación de servicios esenciales", explican desde la OMS.

Para los expertos, la interrupción de determinados servicios tendrá efectos perjudiciales para la salud de la población.

Las salas de urgencia sufrieron una interrupciones del 22 % de los países, las transfusiones de sangre se paralizaron en el 23% de los estados y la cirugía de urgencia se vio afectada en el 19%.

Muchos países ya han comenzado a aplicar algunas estrategias recomendadas por la OMS para mitigar las interrupciones de sus servicios, como el triaje para determinar prioridades, el paso a las consultas online de los pacientes y cambios en la cadena de suministro o la información sobre salud pública.