En España se producen, cada año, unos 60.000 infartos y, entre los que pueden ser atendidos a tiempo por profesionales sanitarios, la mortalidad es de apenas un 5%, en cambio, hace unos 20 años, fallecían entre un 20 y un 25% de estos pacientes. 

El cardiólogo y presidente de la Fundación Española del Corazón (FEC), Carlos Macaya explica que lo principal para que los pacientes vuelvan a tener una vida normal, después de un infarto, es llevar una vida saludable.

Pero no todos los pacientes tienen la misma receta ya que, en muchos casos, los médicos tienen que invertir más tiempo para que algunos pacientes dejen determinado hábitos, ya adquiridos, como el consumo de alcohol o tabaco y que introduzcan cambios en su dieta o que realicen más actividad física.

En ese sentido, el presidente de la FEC ha reconocido que los pacientes mayores son más cumplidores con ese cambio de hábitos, quizá porque "se sienten más vulnerables", mientras que entre los pacientes más jóvenes parecen calar más los mensajes "excesivamente triunfalistas" que les dan los médicos y creen erróneamente que el problema ya se ha resuelto.

De hecho, los segundos infartos son más frecuentes en aquellos pacientes que no han cuidado sus factores de riesgo y, según han visto, son más comunes en los pacientes más jóvenes.

Para ayudar a aquellos pacientes en este necesario y esencial cambio de hábitos, y siempre con la medicación adecuada, la FEC puso en marcha hace un año el proyecto 'Paciente Experto', como parte de su programa 'Mimocardio', en el que ya hay 120 pacientes acreditados y al que se han adherido 105 hospitales de toda España.