Felipe Navarro también ha explicado que en los hombres la prevalencia del infarto suele comenzar a partir de los 40-50 años, en las mujeres a estas edades la incidencia del infarto es menor. Sin embargo cuando aparece, por encima de los 50-60 años, son más graves", ha añadido. 

El retraso en la aparición se debe a que los estrógenos actúan como "hormonas protectoras" hasta la menopausia pero, cuando ésta acaba, las mujeres pierden dicho 'escudo protector' y su incidencia supera incluso a la de los hombres ya que suelen acumular más factores de riesgo cardiovascular como diabetes o hipertensión arterial.

Además, la gravedad en estas edades suele ser también mayor y los síntomas suele ser menos evidentes que en los hombres es quiénes son más frecuentes el típico dolor en el pecho que se va al cuello o al brazo izquierdo. 

En mujeres, en cambio, estos síntomas son más raros y los infartos suelen ir precedidos de otros como fatiga o dolor en la tripa, lo que hace que "muchas no piensen que sea un infarto y acudan más tarde al hospital", ha explicado el experto.

Todo esto provoca que las mujeres tarden una hora más que los hombres en acudir al hospital que los hombres. Y aunque la mayoría de pacientes no se mueren, porque la mortalidad anual de un paciente con un infarto está en torno al 5-6 por ciento, en mujeres es un poco más alta", ha explicado Navarro.

La consecuencia de este retraso diagnóstico es que el músculo cardiaco llega más deteriorado al haber estado sufriendo más tiempo sin un tratamiento, detalla este experto, lo que hace que en las mujeres supervivientes "el corazón quede más débil y sean más frecuentes los episodios de insuficiencia cardiaca".

También se ha visto que hay diferencias por sexo en cuanto al tratamiento y tanto la cirugía de 'bypass' como los cateterismos para poner un 'stent' dan peores resultados en mujeres. Los motivos no están del todo claros, reconoce Navarro, que cree que una de las causas podría ser que suelen tener arterias más pequeñas que los hombres.