El objetivo de este estudio pasa por identificar y cuantificar la carga social y económica del insomnio, es decir, sus efectos más allá del impacto en la salud y atención sanitaria.

Por esta razón, los efectos del insomnio en relación a costes económicos indirectos (no relacionados con la atención sanitaria) y costes intangibles (no detectados directamente en transacciones económicas, pero que tienen un impacto en la salud o bienestar de un individuo) son descritos en 16 diferentes países: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Portugal, Reino Unido, Suecia y Suiza.

El insomnio es, según los expertos, el trastorno del sueño más frecuente, cuya presentación más grave se define como insomnio crónico y se llama así cuando la persona que lo padece encuentra dificultades para conciliar el sueño al menos tres noches por semana durante tres meses.

Una de cada 2 personas adultas, como concluye el informe, presenta síntomas de insomnio, hasta un 25% presenta insomnio clínico y un 15% padece insomnio crónico, su forma más grave.

Entre las poblaciones en edad laboral, esto se traduce en aproximadamente 172 millones de personas con síntomas de insomnio, 72 millones con insomnio clínico, y 42 millones con insomnio crónico.

El sueño es una necesidad biológica fundamental, como el comer y beber, como asegura el Research Leader at RAND Europe, doctor en Economía y econometría aplicada de la University College of London y maestría en economía de la Universidad de Zúrich, Marco Hafner, sin embargo, sacrificamos horas de sueño y calidad a diario, generando una deuda con el sueño y no somos conscientes de cómo esta deuda influye en el bienestar socioeconómico, físico y emocional de las personas.

La falta de un sueño reparador y de calidad, debido al insomnio crónico afecta directamente a la salud mental y física y repercute en la productividad del individuo afectando negativamente al empleador, empresas y en la economía del país y mundial.

El impacto económico anual significativo se ha visto asociado al insomnio debido a la pérdida de productividad en el puesto de trabajo, donde los adultos con insomnio son más propensos al absentismo laboral y son menos productivos. En términos de costes indirectos, el insomnio crónico se ha relacionado a unos 11-18 días de absentismo, 39-45 días de presentismo y 44-54 días de pérdida general de productividad al año.

A su vez, en los 16 países analizados, entre ellos Francia, Italia, Alemania, España, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá, los costes indirectos del insomnio crónico oscilan entre 1.600 y 185.000 millones de euros (un total de 372.000 millones de euros) del producto interior bruto (PIB) y las pérdidas anuales intangibles de bienestar entre 1.300 y 113.300 millones de euros (un total de 213.600 millones de euros).

Eliminar los efectos del insomnio mediante políticas de prevención, educación, diagnóstico rutinario y tratamiento temprano aumenta la productividad en el trabajo y, por consiguiente, tiene un efecto positivo en el producto interior bruto (PIB), según las proyecciones económicas del estudio.

Además, por estar estrechamente vinculado con el deterioro de la calidad de vida, la investigación también se ha centrado en los costes intangibles que genera el insomnio. Por ello, como revela el estudio, los adultos que sufren insomnio están dispuestos a renunciar a un 14% de la renta per cápita anual de su hogar a cambio de obtener el mismo grado de satisfacción con su vida que aquellas personas que no padecen insomnio.

En esta línea, para una adecuada salud laboral, es necesario que los empleados tengan un sueño reparador y de calidad, puesto que existe una relación bidireccional entre sueño y trabajo; si no se duerme bien por las noches, no se puede ser productivo durante el día y se es más propenso al absentismo laboral.

De este modo, se tiene hasta un 88% más probabilidad de accidentes en el trabajo e 'in itinere', se reduce la productividad, la satisfacción laboral y se daña la salud física y mental.

Asimismo, según la investigadora y coordinadora del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales en el Hospital de Castellón y Coordinadora de Grupo de Trabajo, Económica y Empresa de la Alianza por el sueño, Carmen Bellido, señala que la falta de sueño también influye en la irritabilidad, en la capacidad de resiliencia y en la capacidad de gestión emocional o de conflictos del empleado en su trabajo, afectando considerablemente a la organización en su conjunto.

Cualquier intervención para reducir el insomnio, ya sea a nivel de prevención primaria, secundaria o terciaria, sería de gran importancia para la salud pública y las organizaciones, y también promovería una mejor salud y bienestar de los empleados.

Por último, el estudio concluye una serie de estrategias a nivel político, de investigación y de práctica clínica para mitigar y paliar las consecuencias que el insomnio está teniendo en la economía mundial y en el bienestar social.

Entre ellas, instan a los gobiernos y a los sistemas de servicios sanitarios a incorporar en las estrategias nacionales de salud pública el sueño, a impulsar campañas de salud pública que hagan hincapié en la importancia de una adecuada higiene del sueño y a implementar la detección precoz sistemática del trastorno de insomnio en las visitas médicas de rutina mediante 'screening'.

Y, de igual manera, recomiendan el establecimiento de protocolos coordinados entre los diferentes niveles asistenciales para garantizar a los pacientes un acceso oportuno al diagnóstico y tratamientos, así como la formación actualizada sobre este trastorno en las facultades de medicina y acceso y reembolso a la innovación farmacológica segura, respaldada por datos científicos.