Desde hace tiempo, investigadores mundiales buscan nuevos métodos para el tratamiento de enfermedades. En alguna ocasión, se habrá escuchado la palabra diana asociada a la farmacología. Es decir, sustancias (genes, proteínas, metabolitos, canales iónicos, etc.) que contribuyen en la lucha contra enfermedades, como en los casos de cáncer o Alzheimer (EA).

Sobre este trastorno cerebral, la revista científica 'Cell' ha informado que científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han analizado ampliamente los cambios genómicos, epigenómicos y transcriptómicos que se producen en cada tipo de célula del cerebro en los pacientes con Alzheimer. En concreto, siguiéndose los cambios en las modificaciones epigenómicas de dos millones de células de más de 400 muestras cerebrales postmortem, se han estudiado las alteraciones en la expresión génica a medida que avanza la enfermedad de Alzheimer.

Hansruedi Mathys -estudiante de posgrado- y Carles Boix -antiguo estudiante de posgrado y doctor en Filosofía- han requerido de distintos enfoques que apuntan a una imagen convergente de la enfermedad de Alzheimer en la que las neuronas afectadas tienen defectos en su genoma 3D, y eso es causal de "muchos de los fenotipos de la enfermedad que vemos". Los resultados han sugerido que una interacción de cambios genéticos y epigenéticos se alimenta mutuamente para impulsar las manifestaciones patológicas de la enfermedad.

En base a análisis transcriptómicos y epigenómicos de 427 muestras cerebrales (146 personas sin deterioro cognitivo, 102 con deterioro cognitivo leve y 144 diagnosticadas de demencia relacionada con el Alzheimer) del Religious Orders Study/Memory and Aging Project (ROSMAP) y a un estudio longitudinal que ha seguido la memoria, la motricidad y otros cambios relacionados con la edad en personas mayores desde 1994, el equipo del MIT también ha intentado descubrir otros posibles enfoques analizandolos impulsores moleculares de la enfermedad, los tipos celulares más vulnerables y las vías biológicas subyacentes que impulsan la neurodegeneración.

Durante esta tarea, se han identificado los tipos de células con más probabilidades de expresar estos genes relacionados con la enfermedad. Han descubierto que muchos de ellos se dan con mayor frecuencia en la microglía, las células inmunitarias-alrededor del 5-10 por ciento- encargadas de eliminar los desechos del cerebro. Además, se ha revelado que cada clase de célula del cerebro sufre un fenómeno conocido como erosión epigenómica a medida que avanza la enfermedad de Alzheimer, lo que significa que se pierde el patrón normal de sitios genómicos accesibles de las células, lo que contribuye a la pérdida de identidad celular.

No debe olvidarse la aportación realizada por Na Sun -estudiante de posgrado del MIT- y Matheus Victor -investigador científico- sobre la micrología. Ambos han determinado que, además de limpiar el cerebro de residuos, estas células inmunitarias también responden a lesiones o infecciones y ayudan a las neuronas a comunicarse entre sí. Al mismo tiempo, han observado que, a medida que avanza la enfermedad de Alzheimer, más microglía entra en estados inflamatorios.

Por último, caben destacar los resultados expuestos por el investigador del MIT Vishnu Dileep y el propio Boix acerca del daño en el ADN que contribuye al desarrollo de la enfermedad. Tal y como explica Dileep, "cuando hay muchos daños en el ADN de las neuronas, las células, en su intento de recomponer el genoma, cometen errores que provocan reordenamientos". Unos cambios que parecen afectar predominantemente a los genes relacionados con la actividad sináptica, lo que probablemente contribuye al deterioro cognitivo observado en la enfermedad de Alzheimer.

Según todos estos investigadores, estos hallazgos plantean la posibilidad de buscar formas de mejorar la capacidad de reparación del ADN de las neuronas para ralentizar la progresión de la enfermedad de Alzheimer.