Los cardiólogos españoles e italianos son los que más han estudiado esta patología, que suele ser benigna pero que obliga a un reposo prolongado a quien la padece. La pericarditis suele producir dolor en el pecho que se asemeja a pinchazos durante el día, al tumbarse, moverse o respirar y pueden presentarse otros síntomas de una virasis como febrícula o fiebre.

En el diagnóstico diferencial hay que distinguir este dolor del de la angina de pecho, que suele ser más de tipo opresión que no pinchazos y que no suele exacerbarse con los cambios de postura o con la respiración.

El doctor Jaume Francisco, especialista del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Vall d'Hebron de Barcelona explica que en la mayoría de las veces, las causas de la pericarditis son víricas aunque no se suele identificar el virus que la ha causado y sólo en un porcentaje pequeño se deben a causas específicas como una infección bacteriana, enfermedades autoinmunes o una tuberculosis y pueden presentarse en pacientes inmunodeprimidos.

Por otro lado, la mayoría de pericarditis cursa sin complicaciones ni ingresos y no requieren de seguimiento a largo plazo pero una de las complicaciones puede ser una acumulación de mucho líquido en el pericardio que comprime el corazón que queda atrapado sin poder hincharse de la suficiente sangre para bombear al organismo. En estos casos se realiza una pericardiocentesis que consiste en una punción en el pericardio para retirar el líquido.

Los expertos explican que la pericarditis responde a un tratamiento con antiinflamatorios, aspirina o ibuprofeno, y en dos a tres días el paciente suele quedarse sin clínica y se encuentra bien. 

Pero se trata de una enfermedad molesta ya que el tratamiento supone un mes con antiinflamatorios que deben ir retirándose de forma progresiva y un reposo obligado ya que si no la enfermedad no se cura del todo.