Esto es lo que ocurre, por ejemplo, con la diabetes, el colesterol, el cáncer o cualquier otra enfermedad respiratoria. Puedes tener una predisposición genética a padecer estas enfermedades, pero esta posibilidad no es suficiente para determinar su aparición.

Hay que tener en cuenta también los factores ambientales a los que nos exponemos, como la alimentación, el índice de masa corporal, el tabaco, el estrés, la actividad física, así como a las decisiones vitales que tomamos, valorando qué es bueno y qué es malo para nosotros.

Dentro de nuestro cuerpo existen los llamados centinelas de la salud, unas moléculas o biomarcadores que pueden explicarnos si estamos predispuestos o no a desarrollar una determinada enfermedad, y su presencia, ausencia, concentración, o características biológicas pueden darnos mucha información sobre la probabilidad de desarrollar enfermedades.

Un grupo extremadamente útil para darnos esa información fehaciente sobre nuestra salud y esperanza de vida son los telómeros, es decir, unas estructuras de ADN ubicadas en los extremos de los cromosomas y su función es la de protegerlos de posibles daños y mantener intacto el material genético de la célula.

Indicadores de envejecimiento

El ADN es en su mayoría inmutable, pero hay algunas áreas, llamadas telómeros, o indicadores de envejecimiento, que están influenciadas por nuestras elecciones.

Las células de nuestro organismo se reproducen constantemente para sustituir a las que llegan al final de su ciclo vital y, en este proceso de replicación, los telómeros pierden pequeños segmentos de su cadena genética, por lo que la nueva célula tiene telómeros ligeramente más cortos que la que lo generó.

Todos nacemos con telómeros de una cierta longitud que va disminuyendo a lo largo de la vida y es un proceso irreversible, donde los telómeros más largos se asocian con individuos más longevos y los más cortos con una menor esperanza de vida.

Los telómeros son secuencias de ADN que se acortan naturalmente como resultado de la replicación del ADN y del estrés oxidativo y de la inflamación, pero solo hay que preocuparse cuando hay un acortamiento acelerado, lo que resulta en un envejecimiento prematuro.

Son una forma de medir el envejecimiento celular y, por extensión, el envejecimiento de los humanos. Además, tienen un componente genético alrededor del 60% y el resto no es genético, por lo que las opciones de estilo de vida pueden afectar a nuestra biología porque modifican nuestro ADN.

Fumar, ser obeso o sedentario puede dañar nuestros telómeros, causando envejecimiento prematuro y enfermedades crónicas. Una alimentación saludable, la actividad física, la meditación y el contacto con la naturaleza pueden, sin embargo, proteger los telómeros del desgaste acelerado, mejorando así la salud y la longevidad.